**Capítulo 1: Voces**
Era una tibia noche de enero cuando todo empezó. Estaba ordenando mi pieza cuando, de la nada, escuché pasos. Algo raro, porque yo vivo sola. Al principio no le di importancia, pero de repente escuché voces, como ecos.
Mi corazón empezó a latir más rápido, tratando de convencerme de que todo era producto de mi imaginación. Sin embargo, las voces persisten, suaves pero claramente audibles. Parecía que venían de todas partes y de ninguna en particular.
Decidí investigar, pensando que quizás se trataba de algún vecino ruidoso o tal vez el televisor encendido en algún rincón de la casa. Revisé cada habitación, pero no encontré nada fuera de lo común. Todo estaba en su lugar, en un inquietante silencio.
Volví a mi pieza, tratando de tranquilizarme. Me senté en la cama, respirando profundamente. Fue entonces cuando las voces regresaron, más claras y más cercanas. Eran susurros indistinguibles, pero llenos de una extraña familiaridad que me erizaba la piel.
Me quedé quieta, escuchando, tratando de entender qué decían. Pero solo captaba fragmentos, palabras sueltas que no tenían sentido. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. No sabía qué hacer, pero una cosa era segura: aquellas voces no eran producto de mi imaginación.
