MIA
Estoy sentada en una silla al lado de la cama donde Alessandro yace, su respiración pausada y su semblante pálido. El médico trabaja diligentemente, limpiando las heridas con manos expertas, aplicando medicamentos y envolviéndolas con vendajes frescos. A pesar del sedante que le administraron, Alessandro gime de vez en cuando, y veo el dolor reflejado en sus ojos cerrados. Cada gemido es una puñalada para mí, y me duele verlo así, pero sostengo su mano con fuerza, como si con mi toque pudiera aliviar algo de su sufrimiento.
La cuna de Nora está a unos pocos metros de mí, y su pequeña figura dormida me trae una paz momentánea en medio del caos. Ella se mueve ligeramente en su sueño, y cada movimiento suyo me recuerda lo afortunados que somos de tenerla a salvo. Miro al médico mientras termina de vendar la última herida de Alessandro.
—Él necesita medicamentos para el dolor y mucho reposo —dice el médico con voz tranquila pero firme—. Su cuerpo ha pasado por un trauma significativo.
Asiento, tratando de mantener la compostura. Miro a Alessandro, su rostro marcado por golpes y quemaduras, y me acerco un poco más, acariciando su mejilla con ternura.
—Alessandro, estamos seguros ahora —le susurro—. He duplicado la seguridad en la mansión. Dylan está en camino. No tienes de qué preocuparte, puedes descansar.
Al principio, Alessandro intenta mantenerse despierto, parpadeando lentamente mientras lucha contra el agotamiento. Miro al médico con una mezcla de súplica y determinación en mis ojos.
—Por favor, inyecte otro sedante —le pido—.
El médico prepara una jeringa y la inyecta en el brazo izquierdo de Alessandro. Pocos segundos después, sus ojos se cierran y finalmente se queda dormido. Respiro hondo, sintiendo una oleada de alivio, aunque mi preocupación por su bienestar no desaparece.
El médico se dirige hacia la cuna de Nora y la revisa cuidadosamente. Me acerco, ansiosa por asegurarme de que mi pequeña esté bien. Estuvimos separadas durante tantas horas que el miedo a que le hayan hecho daño aún me atormenta.
—Tu hija está bien —dice el médico con una sonrisa tranquilizadora—. No tiene ninguna herida.
Suspiro de alivio, agradeciéndole al médico antes de que se retire. Justo en ese momento, la puerta de la habitación se abre, dejando entrar a Dylan. Se acerca rápidamente a la cama para ver a su hermano, con una expresión de preocupación evidente en su rostro.
—¿Cómo está? —pregunta, su voz tensa mientras observa a Alessandro—.
—El médico dice que necesita reposo y medicamentos para el dolor —respondo, tratando de mantener la calma—. Está muy débil, pero con el tiempo se recuperará.
Dylan se vuelve hacia mí, notando la sangre seca en mi cabello. Su preocupación se traslada de Alessandro a mí.
—¿Y tú? —pregunta con suavidad—. Esa herida parece grave.
—No es nada serio —le aseguro. Mientras me siento en un sofá cercano—. El médico dijo que solo necesito aplicar hielo durante unos días.
Dylan se sienta a mi lado en el sofá, su presencia reconfortante mientras le explico de forma resumida todo lo sucedido. Su rostro se endurece al escuchar los detalles, especialmente cuando hablo de Spencer y sus hombres.
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La Sombra Del Anillo
RomanceAl despertar la mañana siguiente, Mia se encuentra en una habitación desconocida, compartiendo la cama con el hombre del bar. La sorpresa no termina ahí: ambos llevan argollas de matrimonio en sus dedos. Desconcertada y con resaca, intenta recordar...