Capítulo IX: La fuga.

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En la fría oscuridad de su celda, Cloud Strife siente una presión constante en el pecho, como si el aire mismo estuviera cargado de la tensión que lo rodea. Aunque la celda es pequeña y el espacio apenas permite moverse, su mente está en constante agitación. Sabe que sus compañeros están cerca, encerrados en celdas similares, aunque no puede verlos ni escucharlos claramente. La separación física de sus amigos es una fuente constante de inquietud, pero lo que realmente lo atormenta es la sensación de impotencia. La incertidumbre sobre el destino de Aerith y el creciente peso de la responsabilidad de salvarla lo consumen.

La frialdad de la celda contrasta con el calor que siente en su pecho, una mezcla de preocupación y determinación. Cada sonido que llega desde el exterior lo hace tensarse, con la esperanza de escuchar alguna señal de vida de sus compañeros o alguna noticia de Aerith. El silencio también es pesado, un recordatorio constante de su confinamiento y del hecho de que están bajo el control del enemigo. Sin embargo, a pesar de la desesperanza que lo rodea, Cloud se aferra a la idea de que, si están juntos en esta celda, tienen una oportunidad de encontrar una forma de escapar y cumplir su misión. La imagen de Aerith, serena y fuerte, le da fuerzas para resistir la desesperación, mientras planea en silencio cómo liberarse y reunirse con sus amigos.

En ese instante le pareció escuchar claramente que golpeaban la pared que estaba a su derecha. —¿Quién anda ahí?— preguntó Cloud.

—¿Cloud? ¿Eres tú?— dijo una voz femenina que él conocía bien.

El mercenario le contestó a su amiga de la infancia. —Sí, soy yo Tifa ¿Te encuentras bien?— el ex-Soldado se mostraba empático.

—Sí, estoy bien. Pero claramente estas celdas están preparadas para que nadie pueda escapar de ellas. Ya he intentado todo.— comentó decepcionada la tabernera del Séptimo Cielo.

—Déjamelo a mí.— sonaba seguro, sin embargo, lo hizo solo por amabilidad. El guerrero pelirrubio no sabía con certeza cómo salir de su celda, no obstante, aumentar la desesperación de su compañera de nada serviría.

Entonces como un susurro se escuchó. —¿Eres tú Cloud?— la suave y dulce voz apenas se colaba por la pared del lado izquierdo. Cloud caminó hasta allí. 

—¿Aerith, estás ahí? ¿Te encuentras bien?— mientras la interrogaba se sintió algo aliviado, sabiendo que la florista estaba cerca de él.

—Yo sabía que vendrías a buscarme. Lo sabía en mi corazón, a pesar de haber quedado en que serías mi guardaespaldas por única vez...— Aerith se escuchaba desanimada.

—Aerith ¿Existe realmente la 'Tierra Prometida'?— Cloud, aun algo escéptico con respecto al tema.

—Sinceramente, no es la primera vez que escucho de ella. Mi madre cuando era muy pequeña siempre decía 'Midgar ya no tiene salvación, es una ciudad muerta. Cuando salga de aquí, iré en busca de mi Tierra Prometida.' Aunque nunca entendí bien a qué se refería. Si le pregunto al Planeta, el me dirá... Sólo en la Iglesia podía conectarme con el Planeta. Aquí son tantos los murmullos que no puedo diferenciar.— señaló la florista.

—Entonces si nos vamos de la ciudad, quizá puedas escuchar mejor al Planeta.—

—Es probable...—

—Trata de dormir algo. Pronto encontraré la manera de sacarnos de aquí.— Cloud se acomodó en su camastro y sin darse cuenta, también se quedó dormido.

Sin embargo, pese a que se durmió con cierta facilidad, no fue fácil que despertara. Incluso, cuando lo hizo, se sorprendió al ver que tanto Tifa como Aerith estaban con él en su celda. —Despierta Cloud.— insistió la Cetra.

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⏰ Última actualización: Oct 23 ⏰

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