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Me senté en mi pupitre, tratando de concentrarme en la clase, pero no podía evitar mirar a Reino Unido. Estaba sentado en su pupitre, con la cabeza baja y los ojos en el suelo. Parecía... derrotado.

Me sentí un poco satisfecho al verlo así. Después de todo, me había lastimado mucho con sus palabras y acciones. Me había demostrado que no me valoraba, que no me respetaba.

Pero a medida que pasaba el tiempo, empecé a preguntarme por qué estaba así. ¿Qué había pasado para que se sintiera tan mal? ¿Se había dado cuenta de lo que había hecho?

Me recordé la pelea que habíamos tenido en la casa de Estados Unidos, cómo me había gritado.  Recordé cómo me había sentido: solo, lastimado, sin valor.

Pero ahora, al verlo así, me preguntaba si había sido demasiado duro con él. Me preguntaba si debía haberle dado una oportunidad para explicarse, para disculparse.

No, me dije a mí mismo. No merece una oportunidad. Me lastimó demasiado.

Pero a pesar de eso, no podía evitar sentir una pequeña parte de mí que se preocupaba por él. Que se preguntaba qué había pasado para que se sintiera tan mal.

La danza de dos almas enemigas-UkArgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora