Narra Fang:
La luna apenas se veía, pues las nubes densas impedían verla. Hacia frio, el suelo estaba mojado y tenía que volver rápido antes de pillar un resfriado.
Después de ensayos sin descansos solo pensaba en echarme en mi cama para dormir. Desde niños, siempre tuve el sueño de ser actor, y aunque tenga que practicar 6 horas diarias, no pensaba parar. Camine por el parque en diagonal, era el camino más rápido para llegar. Pero algo me hizo frenar en seco.
A lo lejos, vi una figura acurrucada bajo un árbol. Mis pasos se hicieron más lentos a medida que me acercaba, y cuando pude distinguirlo mejor, el corazón me dio un vuelco. Al inicio no lo pude distinguir, pero ahora sí, y en un estado deplorable. Era Edgar, un compañero de clase. Nunca habíamos hablado, solo conocía su carácter reservado y su mirada distante, pero nunca lo había visto así. Estaba empapado, temblando, y su rostro mostraba una tristeza abrumadora, a pesar que parecía dormido.
—Edgar, ¿estás bien? —pregunté mientras me acercaba, tratando de sonar lo más calmado posible, aunque mi preocupación crecía rápidamente.
No obtuve respuesta. Solo podía escuchar su respiración irregular, y eso me inquietó aún más. Me agaché junto a él y le toqué la frente. Su piel pálida estaba ardiente, como si tuviera fiebre. Aquella situación me resultaba desconcertante. ¿Qué le había pasado? ¿Por qué estaba aquí?
—¡Hey! —le dije en un tono más firme, tomándolo de los hombros, zarandeándolo un poco—. Necesitas ayuda. No puedes quedarte aquí así. —
Me quede unos segundos viéndolo, pensando si podía hacer algo. Me quite el abrigo y lo cubrí, sin importar lo mojado que estuviera.
Edgar miró hacia arriba con ojos vidriosos, y, aunque no dijo nada, su mirada me decía todo lo que necesitaba saber. Sin pensarlo mucho, decidí que debía actuar rápido. No podía dejarlo ahí, desprotegido y vulnerable.
—Voy a llevarte a mi casa. No, no, no protestes —proseguí, viéndolo mover la cabeza débilmente—. Necesitas estar caliente y seco. Te prometo que todo estará bien.
Con cuidado, lo levanté en brazos. Era ligero, pero la tristeza que parecía envolverlo lo hacía más pesado de lo que imaginaba. Cada paso que daba hacia mi casa estaba cargado de conjeturas y preguntas. ¿Qué había pasado con él? ¿Por qué se encontraba así?. Bajé la mirada, y pude ver con más claridad su rostro, con moretones, al igual que sus brazos. Recordé los rumores que había escuchado en la escuela sobre su situación familiar, pero nunca pensé que fuera tan grave.
Al llegar a mi departamento, deposité a Edgar suavemente en el sofá. La luz cálida de la lámpara pareció ayudarlo.
—Voy a buscar algunas toallas y algo caliente para tomar —le dije, intentando transmitirle un poco de calma—. Tú solo descansa, por favor.
Corrí hacia el baño buscando toallas, mis pensamientos aún abrumados por su estado. Al regresar, me di cuenta de la ropa de Edgar, empapada por la lluvia. No quería que se sintiera incómodo, pero era necesario.
—Edgar, necesito ayudarte a quitarte la ropa mojada —dije con suavidad.
Vi un ligero rubor en sus mejillas, probablemente por la fiebre.
El emo cerró los ojos, un ligero nerviosismo en su actitud. Con cuidado, le quité la camiseta y los pantalones. Le puse un pijama con decoraciones de palomitas (amo las palomitas). Al verlo más abrigado, sentí que se relajaba un poco. Tomé la toalla y sequé su cabello suavemente.
—Aquí tienes —le ofrecí, colocando una taza de té caliente entre sus manos. Edgar la tomó, algo desconfiado.
—Ed ... necesitas hablar de esto. Lo que sea que te esté pasando, no estás solo. Estoy aquí para escucharte —le dije, intuyendo un poco la respuesta que me daría.
Su mirada se desvió hacia el suelo nuevamente.
—No puedo... al menos ahora. —dijo, con la voz algo rota.
Y allí estaba yo, queriendo ayudar, pero sin poder hacerlo. Solo sabía que tenía que estar a su lado, que su carga no debía llevarla solo. Con el tiempo, esperaba que se sintiera seguro. Mis pensamientos se detuvieron en seco.
¿Por qué quería protegerlo? Apenas lo conocía. Permití que esta persona entrara a mi casa, cuando solo lo conocía de vista.
-T-tienes razón, no te preocupes. - tartamudeé. Me sentía algo contrariado, no entendía mis sentimientos.
Los ojos de Edgar se notaban cansados, por lo que en unos segundos se quedó dormido. Le puse un edredón encima para que se mantenga caliente, esperando que al día siguiente se encuentre mejor.
Lo observe por unos segundos antes de irme. Su rostro estaba hecho un desastre, tenía el labio algo partido y algunos rasguños, sin contar los moretones. Mañana iba a encargarme de eso.
Me levanté y me dispuse a ir a dormir, pero sentí una presión en el brazo que me lo impedía.
-Necesitas algo más? - me voltee preocupado.
Sus ojos, cristalizados, parecían rogarme una única cosa.
-No quiero estar solo, por favor- dijo con la voz algo rota.
Suspiré.
Me senté en el suelo, al lado de él, esperando a que se duerma. No sé por qué lo hice, pero tomé su mano para que se reconfortara.
Estaba tibia.
Al poco tiempo noté que estaba dormido, y más calmado, lo cual me alegró. Sentí los ojos pesados de repente, y no pude evitar quedarme dormido al lado de él.
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,-˚Te necesito porque te amo ༘ ♡ - // Fang x Edgar
Fanfiction''Ojalá y nunca hubieras nacido'' Las lágrimas otra vez inundaron mis ojos, cayendo en la realidad de mierda de la que siempre he querido escapar. Ahora que era ''libre'' se supone que debería estar contento, pero no imaginaba que iba a terminar así...