Trivia

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A mediados de noviembre, durante la primera nevada del año, el edificio principal del Jujutsu recibió tres llamadas de emergencia.

La línea solía estar en silencio durante la mayor parte del año, la investigación del cromosoma ZX era un concepto relativamente reciente y la mayoría de la población desestimaba los casos como patrañas políticas o religiosas. Ideas poco convenientes para los investigadores que veían su trabajo estancado en la incredulidad general.

Esa noche, Gojo Satoru estaba en turno.

Su última expedición a los Estados Unidos resultó en un castigo prolongado para el peliblanco pues sus métodos de investigación resultaban controversiales para la mayoría. Le retiraron la licencia y lo regresaron a su país con una amenaza implícita de no volver a acercarse a la sede extranjera.

Su baja no duró mucho de todas formas, con su licencia de regreso, Gojo tuvo que unirse a la guardia apenas dos semanas después de haber regresado con los expedientes de su último caso y el feto de cuatro semanas en un contenedor de vidrio en su maleta.

Los exámenes tardaron poco y arrojaron poca información útil, pero Satoru había disfrutado de la experiencia y esta terminó avivando en él esa curiosidad mal sana que todo investigador de campo poseía.

La primera llamada la recibió una de las chicas de guardia que le acompañaba esa noche. No recordaba su nombre y nunca le había prestado más atención de la necesaria. No era bonita ni inteligente, pero era expresiva y sus ojos grandes le mandaron una mirada nerviosa cuando colgó el teléfono y le explicó que la doctora Uri del hospital general de Sendai exigía hablar con alguien a cargo.

Dos minutos después, el teléfono volvió a sonar. Satoru escuchó entretenido el pánico en la doctora, mientras esta balbuceaba con rapidez sobre un estudio medico realizado a un estudiante de secundaria dos días atrás que incluía entre otras cosas, una ecografía abdominal y pruebas de sangre. Ella intentaba explicar su sorpresa ante los resultado obtenidos esa mañana cuando el peliblanco cortó la llamada.

Había escuchado lo suficiente para estar interesado. Sonrió divertido y miró la hora en el pequeño aparato sobre el escritorio.

Si se daba prisa estaría mañana a mediodía en la prefectura de Miyagi. Dedicó una última sonrisa a la chica castaña que atendió el teléfono notando la forma en que sus mejillas se tornaban rojas.

La tercera llamada de esa noche no fue atendida.





No fue hasta la tercera noche después de sus llamadas que Uri Saori recibió la visita de Gojo Satoru.

La doctora Uri era pequeña y delgada, con pómulos altos y un largo cabello castaño que ataba en una trenza a su espalda. Su físico, su edad y su más reciente desastre amoroso, le habían dejado en un constante estado defensivo hacia cualquier integrante del sexo masculino, sobre todo si este lucía, a su parecer, peligrosamente atractivo.

Por ello siguió lanzándole miradas entre curiosas y despectivas al alto hombre sentado en su consultorio.

Sintió la necesidad de deshacerse de él tan rápido como pudiese. El hombre, aparentemente colega e investigador del Jujutsu Kaisen, era poco menos que exasperante. Su porte era fácilmente identificable en alguien cuya educación ha sido de lo más alta y extensa, irradiaba inteligencia y atractivo, pero también algo mucho más oscuro que le hizo desconfiar inmediatamente.

Tendió los resultados médicos de Itadori Yuuji al hombre, ahora, cuestionándose internamente de estar haciendo lo correcto.

"¿Alguien más los ha visto?" preguntó el hombre, con una sonrisa extraña en su rostro y sin alzar la vista – oculta bajo lentes oscuros – del papel en sus manos.

Closer | GoYuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora