Capitulo 14: Curiosidad y Dulce

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El sol apenas se asomaba en el horizonte cuando Riley se despertó, sintiendo el cansancio del día anterior aún pesando en su cuerpo. Bostezó, estirándose perezosamente antes de levantarse de la cama. Los recuerdos de la noche anterior, llenos de ternura y amor, la acompañaban mientras bajaba las escaleras, aún somnolienta.

Al llegar a la cocina, el aroma del café recién hecho y del tocino frito llenaba el aire. Riley sonrió al ver a Val, que estaba de espaldas, concentrada en preparar el desayuno. Val se movía con una gracia natural, su cabello suelto cayendo en suaves ondas por su espalda mientras tarareaba una melodía suave.

—Buenos días —saludó Riley, su voz aún adormilada.

Val se giró, regalándole a Riley una sonrisa radiante antes de acercarse para darle un beso en los labios.

—Buenos días, mi amor. ¿Dormiste bien? —preguntó Val, su tono cariñoso.

Riley asintió, aunque no podía evitar sentirse un poco cansada.

—Sí, pero todavía estoy un poco cansada. —rió suavemente mientras se sentaba a la mesa.

Val sirvió el desayuno: huevos revueltos, tostadas, tocino, y una jarra de jugo de naranja. Se sentó frente a Riley, observándola con una mezcla de amor y curiosidad.

Comenzaron a desayunar en silencio, disfrutando de la compañía mutua y de la comida. Pero mientras comía, Riley no podía evitar que un pensamiento persistente rondara su mente. Había algo que había estado notando cada vez más y que, aunque intentaba no prestarle atención, no podía ignorar. Finalmente, decidió abordar el tema, aunque de manera sutil.

—Sabes, Val... —empezó Riley, jugando nerviosamente con su tenedor— Eres increíblemente hermosa. Es natural que todos quieran estar contigo.

Val levantó la mirada, captando al instante la indirecta en las palabras de Riley. Sus ojos se suavizaron, y dejó su tenedor en el plato antes de responder.

—Riley... —empezó Val, su tono suave pero serio— Creo que es momento de que sepas algo importante.

Riley la miró con curiosidad, dejando su propio tenedor en el plato mientras Val se preparaba para hablar.

—Sé que a veces puede ser difícil para ti —continuó Val, tomando la mano de Riley desde el otro lado de la mesa— Y entiendo que ver cómo otros chicos o chicas me invitan a salir puede hacerte sentir insegura o molesta. Pero hay algo que debes saber, algo que quizás te sorprenda.

Riley asintió, sintiendo un ligero nudo en su estómago. No estaba segura de qué esperar, pero la seriedad en la voz de Val la tenía intrigada.

—Eres la primera persona que he invitado a mi casa... —dijo Val, sus ojos fijos en los de Riley— Nunca, pero nunca he traído a un chico o a una chica aquí para acostarme con ellos. Tú eres la primera.

Riley parpadeó, sorprendida por lo que Val acababa de decir. Aunque sabía que Val había tenido muchas parejas antes, nunca se había dado cuenta de lo que realmente significaba estar en su casa, en su vida, de esa manera tan íntima.

—¿La primera...? —murmuró Riley, procesando la revelación.

Val asintió, apretando la mano de Riley con un toque de ternura.

—Sí. Nunca he llevado a nadie más aquí, a mi hogar. Este lugar es especial para mí, y solo quise compartirlo con alguien que realmente signifique algo... contigo.

Riley sintió cómo una ola de emociones la embargaba. No esperaba escuchar algo tan profundo, algo que realmente la hiciera sentir cuánto importaba para Val.

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