MIA
Estas últimas dos semanas han sido una mezcla de alivio y preocupación. Alessandro ha estado recuperándose, pero no solo de sus heridas físicas, sino también de las profundas cicatrices emocionales que la tortura de Spencer dejó en su alma. Lo he visto cambiar poco a poco, y aunque el progreso ha sido lento, cada pequeño avance se siente como una victoria.
He hecho todo lo posible para que Alessandro pase tiempo con Nora, sabiendo que nuestra pequeña es la única que tiene el poder de sacarlo de los oscuros rincones de su mente. La manera en que ella lo mira, con esos ojos llenos de amor y confianza, parece tener un efecto calmante sobre él. Ha empezado a olvidarse de su propio dolor, enfocándose más en su hija, pero aún no se ha abierto conmigo. No ha hablado sobre lo que realmente le hizo Spencer, y aunque su silencio me preocupa, soy paciente. Sé que cada cosa tiene su tiempo.
Esta tarde, estoy de pie en el marco de la puerta del baño, observando a Alessandro mientras está dentro de la bañera con Nora. Es la primera vez que la baña, y aunque sus movimientos son torpes, llenos de una cautela que solo un padre primerizo podría tener, hay algo profundamente hermoso en verlos juntos. Alessandro ha insistido en hacerlo solo, aunque sé que en el fondo está agradecido de que esté aquí, cerca, lista para intervenir si lo necesita.
El agua de la bañera se mueve suavemente mientras Alessandro sostiene a Nora, mojando su cuerpecito con una esponja suave. Su expresión está concentrada, pero puedo ver cómo se suaviza cada vez que Nora ríe o salpica agua en su dirección. Son esos pequeños momentos los que parecen alejar, aunque sea por un instante, los demonios que lo han estado atormentando.
Nora, por su parte, está completamente ajena a la gravedad de lo que está sucediendo. Para ella, esto es solo un momento divertido con su papá. Su risa es contagiosa, y no puedo evitar sonreír mientras los observo. Alessandro, con sus manos grandes y fuertes, parece aún más grande comparado con la delicadeza de nuestra hija, pero su toque es suave, casi reverente. Está aprendiendo, y aunque lo hace con cierta torpeza, el amor que siente por ella es palpable en cada gesto.
Finalmente, cuando termina de bañarla, Alessandro envuelve a Nora en una toalla esponjosa y la lleva a la cama para vestirla. Es un proceso que le toma más tiempo del que probablemente le gustaría admitir, pero no me importa. Estoy feliz de ver cómo, poco a poco, se está permitiendo ser un padre. Las heridas físicas de Alessandro están cicatrizando, y ya no parece sentir tanto dolor como antes. Pero sé que las heridas internas son las que tardarán más en sanar.
Aprovecho este momento de calma para dejarlo solo unos minutos. Salgo de la habitación con la esperanza de que este pequeño tiempo a solas con Nora le brinde algo de paz. Me dirijo al estudio de Alessandro, donde sé que Dylan está trabajando. Quiero hablar con él a solas, sin la presencia de Alessandro, para discutir algo que ha estado pesándome en la mente.
Al entrar al estudio, soy recibida por el sonido suave de los papeles siendo movidos y la luz tenue que se filtra por las ventanas. Dylan levanta la vista del escritorio, su rostro se ilumina con una sonrisa cuando me ve. Le devuelvo la sonrisa y me acerco a uno de los sillones cerca del escritorio, sentándome con un suspiro.
—Mia, ¿cómo estás? —pregunta Dylan, su tono es serio, pero no exento de calidez—.
—Estoy bien, gracias —respondo, aunque en mi voz hay un rastro de cansancio que no logro ocultar—.
Dylan me observa por un momento antes de asentir y regresar su atención a los documentos frente a él. Sin embargo, noto que sigue preocupado, y sé que tiene algo en mente.
—¿Cómo está Alessandro? —pregunta finalmente, sin levantar la vista—.
Es una pregunta simple, pero cargada de significados. Ambos sabemos que no se refiere solo a su salud física.
ESTÁS LEYENDO
La Sombra Del Anillo
RomanceAl despertar la mañana siguiente, Mia se encuentra en una habitación desconocida, compartiendo la cama con el hombre del bar. La sorpresa no termina ahí: ambos llevan argollas de matrimonio en sus dedos. Desconcertada y con resaca, intenta recordar...