𝗘𝗰𝗹𝗶𝗽𝘀𝗲 𝗢𝗳 𝗟𝗼𝘃𝗲 爱

Corazón relleno de miel

Después de eso la tarde se paso muy rápido. No estaba en sus planes salir en realidad y aquel mensaje que le envió menos. Solo quería saber cómo estaba Norman.

Por cómo se sintió antes, quizás lo deba olvidar, ya sé estaba llevando mejor con Norman a pesar de sus insinuaciones y quería llevar la fiesta en paz.
Se había escapado un momento de Norman para ir al baño y en ese momento estaba lavando sus manos y rostro, agarró una toalla nueva que daban a todos los visitantes y secó suavemente su piel.

Soltó un largo suspiro después.

Al salir, Norman lo estaba esperando cerca de la salida del acuario, estaba llendo hacia allá cuando vio unos estantes llenos de peluches y recuerdos, le gustó mucho la medusa de color celeste con contraste morado por debajo de su cabeza.

— ¿Qué ves?

— ¿Eh?

Norman se había parado a su lado curioso del porque el omega se había quedado observando algo, hasta que notó algo.

— Nada, vamos.

Siguió de largo luego de eso, sin embargo Norman sostuvo su mano deteniendolo al instante.

— Esperame a fuera. — Levantó la mano que sostenía de Ray y le entregó las llaves del auto. — Aquí, ve al auto, así me sentiría más seguro de que estas bien.

— Ah, bueno.

Hizo lo que le dijeron porque sinceramente no quería toparse con nadie y hacer problemas innecesarios. Se colocó el cinturón de seguridad y esperó.

Esperó y esperó.

Había estado en su celular para pasar el rato pero ya estaba poniéndose nervioso, busco la manera de desencajar el cinturón y en ese momento la ventana del piloto fue tocada.

Soltó un suspiro de alivio abriendo la puerta.

— ¿Por qué demorabas?

— ¿Preocupado?— Se mofó.

— Para nada. — Dijo volviendo a su celular.

Norman sonrió tranquilamente, poniendo la bolsa de papel un poco grande sobre las piernas del contrario.

— ¿Qué es?

El albino simplemente se encogió de hombros, lo cual hizo que girará los ojos. Rompió la cinta que llevaba y vio el interior.

Era la medusa más grande de la tienda... Junto a otra más pequeña y un mini llavero.

— Esto.. No era necesario.

— Pero parece que te gustaba. Y si a ti te gusta supongo que vale la pena.

— Yo...— Miró a Norman y luego al peluche dentro de la bolsa, arrugando un poco esta las puso sobre su pecho abrazándola. — Gracias.

Norman le revolvió el cabello negando.

Aunque verdaderamente quería darle miles de besos en las mejillas, se vio tan lindo en ese instante, tan abrazable y hermoso. Le daría todo lo que fuera, hasta la luna si es posible, solo por verlo feliz y protegido. Haría este mundo algo seguro solo por él.

— No es nada, me gusta consentir.

— Qué mal hábito tuyo. — A pesar del regaño rió abrazando más la bolsa.

— ...— El contrario solo miró con miles de pensamientos intrusivos. — Vamos a otro lado.

— ¿A dónde esta vez?

— Al lago, es muy bonito, puedes dejar la bolsa aquí y salimos a admirar las estrellas.

— Ja, parece una cita.