EXAMEN FISICO EN MI CONSULTORIO

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El consultorio es mi refugio, un espacio donde la calma y el profesionalismo se encuentran. A mis 42 años, después de un divorcio que me liberó, he redescubierto mi sensualidad y confianza. Cada mañana, elijo cuidadosamente mi atuendo: una blusa que abraza mis pezones duros y una falda que realza mi cola de madura. Me miro en el espejo antes de salir, admirando cómo el conjunto resalta mis buenos senos y mi cintura, una sensación de "poder" recorriendo mi cuerpo.

Esa tarde, mientras reviso algunos expedientes, siento un escalofrío recorrer mi espalda. Hay algo en el aire, un murmullo de deseo que parece flotar en el ambiente. Cierro los ojos y respiro profundamente, sintiendo rozar la seda de mi blusa contra mi piel. De repente, el timbre suena, y me libera de mis pensamientos. Es un paciente recurrente, entra con una mezcla de admiración y nerviosismo en su mirada. Siempre ha sido encantador, pero hoy hay algo diferente en él.

-Hola, ¿Cómo te sientes hoy? -pregunto, dejando que mi mirada se detenga en él con complicidad. Su voz es un susurro mientras me responde, y la tensión en el aire se vuelve palpable.

La conversación fluye, pero no puedo evitar notar cómo su mirada se desliza por mi figura. Cada vez que se acerca, su aroma masculino me envuelve, y mi corazón comienza a latir más rápido. En un momento, me inclino un poco más al lado, disfrutando de la cercanía. Su respiración se vuelve más rápida, y puedo sentir la atracción entre nosotros, como un hilo invisible que nos une.

-Creo que es hora de un examen físico -digo con un tono juguetón, sintiendo cómo mi cuerpo se estremece ante la idea. La mirada de él se intensifica, y un cosquilleo recorre mi espalda. Mientras me muevo, el roce de mi vestido contra mi cola me envía una corriente eléctrica.

Cuando comienzo el examen, noto cómo su cuerpo se tensa al tocar su brazo, y eso provoca una reacción en mí. Mis manos, a pesar de estar en modo profesional, parecen tener voluntad propia. Cada roce se siente más íntimo, y la conexión se profundiza. Él me mira a los ojos, y en ese instante, la consulta se transforma en algo más que una simple revisión médica.

Mientras reviso su presión arterial, siento cómo el calor se acumula en mi interior. Un ligero estremecimiento me recorre, y me doy cuenta de que, a pesar de la profesionalidad, mi deseo por él está creciendo. La tensión entre nosotros se vuelve casi insoportable, y no puedo evitar preguntarme si él siente lo mismo.

-Todo está bien, -digo, intentando mantener la voz firme mientras la conexión se hace más intensa. Él sonríe, pero sus ojos brillan con un deseo oculto que resuena en mí.

Mis senos tratan de explotar, mi blusa ya no soportan la intensidad de mis pezones tratando de ser acariciados y mi tanga humedece una y otra vez, hasta sentirla mojada totalmente, nuestra respiración se cortaba, mientras mi aroma se impregnada en él y sus ojos me desnudaban.

Al finalizar la consulta, él se levanta con una sonrisa, noto humedad en su pantalón y nerviosismo en su mirada. Sé que he comenzado un juego de seducción que apenas está empezando, y el aire entre nosotros está cargado de promesas. Mientras se aleja, la imagen de su mirada intensa se queda grabada en mi mente, y un nuevo fuego comienza a arder en mi interior, ansiosa por explorar lo que podría venir después.

Esta historia continuara......

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⏰ Última actualización: Aug 09 ⏰

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