Desfavorable.

27 9 0
                                    

-_-_-_-
.
.
.

Una crianza desfavorable puede arruinar la niñez de un pequeño, pero también puede ser solo un estado que ya ha pasado, o eso quería creer Kenny McCormick.

Materia fecal en su ropa y pelo, sangre seca tanto como fresca en todo su cuerpo, heridas internas y constantes maltratos tuvo que sufrir el rubio con tan solo cuatro años.
Todo eso fue causado por culpa de su madre, una mujer pelirroja que jamás se cambiaba de camisa.
Para desgracia de Kenny, ella fue su madre, una drogadicta sin estabilidad económica ni mental, su pequeño cuerpo fue usado para millones de horrores que, sin importar la edad, nadie debe pasar, la condición en la que él estuvo y que haya sobrevivido es algo realmente irreal.

Sin tener muchos recuerdos, Kenny aún recordaba el dolor, el miedo y la desesperación qué sentía en esos momentos, por solo dos dólares su cuerpo era quemado, defecado y cortado las veces que el cliente quisiera, por conciencia propia, él olvidaba los sucesos, pero al verse en un espejo todo era un caos para su mente, cada cicatriz en su cuerpo reanimaba sus recuerdos, cada detalle era horrible, cada detalle lo hacía sentirse miserable, esa es una razón por la cuál ni siquiera al dormir se quitaba la parka, no importa cuánto calor hiciera, jamás se la quitaría.

La desnutrición no se quedaba atrás, desde muy joven sus defensas fueron bajas, el caminar le costaba, se le notaban las costillas y estaba muy por debajo de su peso ideal, ¿cómo no estarlo? Si comía migajas cada tres días, para él eso podría haber sido un lujo, pero, era realmente un horrible castigo, en esos momentos, tenía más que prohibido desobedecer a sus clientes, llorar o desmayarse, desde sus cuatro años hasta los doce no hizo nada más que no cumplir lo que su madre dictaba.

Él era un juguete, algunos lo llamaban saco de boxeo, hombres y mujeres lo golpeaban, con sus fetiches más enfermos lo hacían vomitar para luego encima del vómito ellos tirar sus "fluidos", al hacer esto lo obligaban a comerse lo que hizo que tiraran, si no hacía caso, al ser él tan débil, se aprovechaban y golpeaban su cabeza contra el vómito y eso.

Miles de veces Kenny quedó inconsciente, despertando con los gritos de su madre, él creía que era mejor tener a sus clientes que estar con su madre.

No importa si ellos cortaban su cuerpo, si rompían huesos, o si lo quemaban, era mejor que convivir con ella.

Cada domingo por la noche, un hombre iba a comprar los servicios de Kenny, para él, ese señor era un monstruo, cortaba sus brazos y les tiraba aceite caliente en los cortes, escupía en su boca y lo violaba durante horas.

Durante todo ese tiempo, Kenny lo normalizó, se acostumbró.

Cuando las mujeres iban con él estaba un poco agradecido ya que no eran tan sádicas, algunas.

Esa mujer, esa, era definitivamente la peor, estaba todos los días, abusaba de él siempre, cuando se le daba la gana, de ella no podía escapar jamás, de ella nunca podría ser libre, ella, su madre, era su mayor miedo.

Siempre era observado por su madre cuando él era violado, todo lo que esas personas le hacían, ella lo réplicaba pero de peor forma, todos esos cortes junto con el mínimo raspón, luego de haber sido quemado por distintas cosas, ella le hechaba desinfectantes, miraba cómo el niño al que debía cuidar y proteger estaba llorando y retorciendose en el piso.

Al cumplir doce años, Kenny escapó con una chica tres años mayor que él, ella prometió sacarlo de toda esa mierda y poder ayudarlo a mejorar.

Mentira.

Ella lo convenció de que siempre se quedaría ahí, que lo amaría siempre, él lo creyó, estaba confiando de poder ser tratado con delicadeza por lo menos una sola vez.

PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora