Anon… te estoy escuchando, cariño. De hecho, te daré el megáfono para que puedas gritar esto a los cuatro vientos. Créeme, soy parte de la patética brigada de masticadores de León y creo que él comería coños porque puede y porque quiere complacerte. Todo lo que te hace sentir bien, él te lo proporciona porque le hace sentir bien saber que él es la razón por la que eres un desastre.
Uno de tus pasatiempos favoritos consiste en dividir a Leon en ese delicioso subespacio donde no piensa ni actúa por instinto. Probablemente le ordenarías que se situara entre tus piernas, y antes de que pudieras decírselo, ya está de rodillas y te quita las bragas felizmente. Dependiendo de tu estado de ánimo y tono de voz, tú tomas el control o él lo hace solo para relajarte.
Su nariz se frotaría contra ti, lamiendo todo tu cuerpo y gimiendo mientras tu sabor llenaba su boca. León tiene su propia fijación oral, y poder tener su lengua sobre ti la frena. Eras lo más dulce que había probado en su vida, le recordabas a melocotones maduros o a un sorbo de té dulce en un día de verano, cosas que le reconfortaban y le hacían feliz. Con los ojos cerrados, levanta una de tus piernas para darle un acceso más fácil a tu coño, chupando diligentemente de la manera que a ti te gustaba, de la manera que le enseñaste.
Tu olor por sí solo sería suficiente para hacerlo deslizarse al subespacio, un tirón adicional de su cabello te haría emitir un gemido. Lo único que tendría en mente sería hacerte caer al límite más veces de las que puedas contar, para asegurarse de que obtenga todos los orgasmos que pueda obtener de ti.
La primera vez que te corres por su boca, es relativamente fácil y no necesitas mucho más que movimientos de tu clítoris. Tu segundo orgasmo tarda un poco más que el primero, pero es más fuerte y prolongado cuando Leon usa sus dedos para complacerte. Ha hecho esto con tanta frecuencia que sabe exactamente qué hacer, sabe cuándo agregar otro dedo y cuándo curvarlo en ese lugar muy bien escondido en el techo de la entrada. La forma en que flexionas sus dedos y aprietas alrededor de él es suficiente para hacer que se corra intacto en sus calzoncillos, haciendo un desastre y manchando el material de algodón mientras busca patéticamente la fricción con el suelo.
Se vuelve más descuidado con sus cuidados, chupa tu clítoris con más fuerza y te folla con los dedos hasta que le das exactamente lo que está buscando. Tus muslos tiemblan desde donde estaban sobre sus anchos hombros, gritando mientras chorreas directamente en su boca. Leon es codicioso al buscar tu excitación, reemplazando sus dedos con su lengua y tarareando mientras sorbe cada gota que le diste.
Leon estaba mareado ahora, le dolía la polla mientras se movía de nuevo en sus calzoncillos, amenazando con correrse en otra ocasión hasta que, de mala gana, apartaste su cabeza de ti. Él se queja, en realidad se queja desafiante y casi piensas que hará un berrinche ante la mera idea de no poder tener tu coño por el resto de la noche. Observaste su apariencia, labios rosados y afelpados, húmedos e hinchados por lo que había estado haciendo durante los últimos 30 minutos, su barbilla y mandíbula estaban cubiertas de tu mancha. Lo que más te gustó de estos momentos fue cómo sus ojos estaban completamente disimulados, ya no estaba del todo presente, que era lo que querías desde el principio.
"Bebé, tienes que darme un respiro", le dijiste exasperante, riendo entre dientes por la forma en que Leon lamía sus labios, dejando besos a lo largo de tu montículo distraídamente.
“Sólo uno más, por favor. Déjame darte uno más…”, parecía que estaba a punto de llorar si no te daba otro orgasmo, con dedos fuertes clavándose en tus muslos y haciéndote puchero.
No podías detenerlo, no querías hacerlo, incluso si sabías que uno más nunca era solo uno más con León. Así que te recostaste y dejaste que te chupara una y otra vez hasta que todo tu cuerpo se entumeció. Incluso si estuvieras cansada, él se ofrecería a follarte como es debido, para dejarte satisfecha y llena de él. Después de todo, ha sido bueno, haciéndote sentir como si estuvieras en la nube nueve después de un día estresante. Tu coño fue su recompensa después de un largo día de trabajo y no querías que pasara hambre.
