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Narrador omnisciente

La siguiente mañana fue un caos, con tantos compromisos y cosas que hacer el matrimonio no sabía ni por dónde empezar, Los juguetes de Elio regados por todo el piso, ropa, papeles, e incluso pinturas de Ian, todo parecía una selva amazónica según palabras del rizado.

Sus planes habían dado un gran vuelco y ahora se preparaban para regresar a su manada.

-Ian, amor, ¡¿Has visto mis calzetas blancas y... Auch!-Bastián hizo una mueca de dolor, parándose de un pie mientras recogia el otro luego de lastimarse con uno de los carritos de su bebé.

-¡Elio, te dije que recogieras tus juguetes por el amor a la luna!.

El bebé levantó su rostro, revoloteando sus pestañas adorablemente, el pequeño gateó como un profesional hasta la esquina de la pared de la cama, viendo a sus papis correr como locos por la habitación mientras chupaba uno de sus piecitos, y aunque no debería, se reia y se divertía de su desesperación.

Estaba mucho más tranquilo, aquella mañana le habían quitado esos tontos y feos guantes (¡Por fin!) lo que lo hizo sentí cómodo y por fin entrar de nuevo a su little space.

En todo su recorrido como bebé, Elio sintió que la siesta que tomo después de eso fue el mejor descanso de este mundo, al fin podía meter sus deditos a la boca y saborearlos, aún tenía que seguir tomando la fea medicina, pero algo era algo.

Para el pequeño de la casa podía haber sido la mejor mañana, pero para sus papás no podía decirse lo mismo, todo se había juntado, sus guardias y representantes le dijeron a último momento que su vuelo se había adelantado debido al clima que hacía y según reportes sí no salían antes de las seis de la tarde deberían de quedarse al menos unos dos días más.

Ian y Bastián no podían retrasar más su llegada a Londres, su reino los necesitaba y también era de suma importancia seguir con los procedimientos de su bebé.

Tenían que salir antes de las cinco de la tarde, ¿El problema?, solo les quedaba media hora y aún usando su súpervelocidad y siendo ayudados por los empleados nada parecía acabar, es más, el ambiente se volvía cada vez más tedioso.

Que Elio se haya levantado con ganas de jugar y molestar era otro factor que estaba en su contra.

Mientras recogía la ropita de su bebé del closet (se estaba arrepintiendo de haber hecho todas esas compra), Ian volteó a mirarlo de reojo corriendo en su dirección al verlo a punto de tragarse unas llaves.

-¡Elio, no!-Ian corrió hacia él y se las sacó de la boca, provocando el llanto de su hijo.- eso no se hace, cachorro.

Ian suspiró y lo cargó, guiando su cabeza a descansar en la abertura de su hombro. El Omega miró estresado a su esposo, que había parado de ordenar al verlo correr hacia el bebé

Bastián se acercó a ellos y tomo a su hijo en brazos, dándole la oportunidad a Ian de terminar de organizar y buscar a otros empleados para llevar las cosas a la camioneta.

Una vez que Elio vio a su mami salir, su llanto se descontroló y se removió en los brazos de su papi, llorando a moco teniendo pidiendo por su mamá.

-Mamá vendrá en unos momentos hijos, ya ya shhh -Bastián lo acomodó en sus brazos en posición de cuna, meciendolo por la habitación teniendo cuidado de no tropezar con las cosas regadas en el piso- ya~ no hay necesidad de llorar-lo meció con cariño, acercando su rostro al de su bebé rozando sus narices iguales en el proceso.

Cachorrito Perdido - ABDLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora