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Minjeong ocupa su lugar habitual en la parte superior de las gradas, donde la única fila ofrece un respaldo cómodo. Con una sudadera improvisada como almohada detrás de su cabeza, se toma un pequeño descanso de sus tareas de matemáticas y se permite un vistazo a la pista.

Allí está Jimin, de pie con una mano en la cadera, mostrando su imponente estatura y asintiendo a las indicaciones del entrenador. A pesar de haber comenzado este año, Jimin es sorprendentemente buena en salto alto. Se unió al equipo principalmente por la insistencia de algunos compañeros mayores como Yeji, pero es típico de Jimin destacar en algo incluso cuando no lo elige por sí misma.

Minjeong está acostumbrada a eso: a la habilidad de Jimin para destacar en todo lo que hace y a su incapacidad para decir que no. Han estado juntas desde que Jimin se mudó a cuatro casas de distancia, apenas unos días después del noveno cumpleaños de Minjeong. En los primeros años de su amistad, era Minjeong quien solía arrastrar a Jimin a todo, pero con el tiempo, su vínculo se ha mantenido fuerte. Minjeong está convencida de que conoce todo lo que hay que saber sobre Jimin.

—¡Oye, gracias por esperar! —dice Jimin mientras sube corriendo las gradas al finalizar la práctica.

Minjeong se levanta y se estira. Aunque estaba a medio resolver un problema, la llegada de Jimin le indica que es hora de dejarlo por hoy. —¿Qué otra opción tengo? Eres mi transporte a casa.

—Podrías tomar el autobús en lugar de esperar —responde Jimin mientras se sienta para quitarse los picos.

Minjeong rueda los ojos. El ego de Jimin no le permitiría admitir que ella también prefiere ir a casa con la chica mayor.

—El autobús es asqueroso —dice mientras empieza a guardar sus libros. —Eres como mi chofer.

—Te encanta ir a casa conmigo.

Minjeong observa a Jimin luchar con los cordones de sus zapatos y no puede evitar intervenir. —Déjame ayudarte. —Con movimientos rápidos, desata los picos de Jimin y los guarda en el bolso de la manera que a ella le gusta.

—¿Cómo es que todavía eres mala desatando tus propios zapatos?

—No es mi culpa, hoy los ataste de manera extraña —se queja Jimin.

Minjeong resopla. —Eso solo plantea la pregunta, ¿por qué no puedes atarte tus propios zapatos?

Jimin se encoge de hombros mientras continúan bajando las gradas. —No es que no pueda hacerlo, simplemente me gusta más cómo los atas tú

—No puedo creer que seas mayor que yo.

Es una broma común entre ellas, pero nunca deja de sacar de quicio a Jimin. Fiel a su estilo, Jimin se da vuelta, indignada. 

—¿Qué? —se burla Minjeong.

Jimin pone las manos en las caderas de manera desafiante y mira a Minjeong con firmeza. Gracias a los escalones, están a la misma altura, justo como a Minjeong le gusta.

—¿Por qué no admites que te gusta cuidarme?

Minjeong se burla. —Sigue soñando. Estás obsesionada conmigo, abuelita loca.

Los comentarios sobre la edad son algunos de los favoritos de Minjeong. Tal vez porque le recuerdan el tiempo en que se conocieron y asumieron que Jimin era la más joven hasta que comenzó el año escolar y se dieron cuenta de que en realidad Jimin era un año mayor.

Minjeong pasa por delante de la chica mayor y cambia hábilmente de tema; es típico que tenga la última palabra en sus discusiones. —No vas a creer cuánto trabajo nos dejó Mathews esta noche. ¿Era así también cuando te daba clases?

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