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El sol de la mañana lo golpea con fuerza, de la misma forma que alguien está golpeando la puerta de entrada. Refriega sus ojos con una mano y da un bostezo gigante que seguro atraparía algunas moscas, si hubiera.

—¿Jeongin? ¿Estás ahí?

Oh por favor, el hombre de ayer está de nuevo en su puerta y Jeongin recién abre los ojos.

—¡Ya voy! —grita.

Sigue con la ropa de ayer, está manchada con la cena que Hyunjin le llevó y al oler bajo su brazo siente una vergüenza que se lo come vivo. No ha podido bañarse y mucho menos cambiarse la ropa, sus maletas quedaron en el piso superior y no puede hacer demasiado con su pie herido.

Como puede, camina hasta el baño de la planta baja y con rapidez se lava la cara, los dientes y las axilas con jabón, descarga su vejiga y luego de lavar sus manos otra vez se peina un poco, aunque es difícil con su pelo rebelde y sin tener gel a mano.

Siente dolor en los ojos y recuerda que se durmió con las lentillas puestas, se siente un imbécil que no puede cuidarse solo. Se las retira con apuro y recuerda que sus lentes también están arriba, así que va a tener que ver medio borroso por ahora.

—¿Estás bien? Puedo entrar por la puerta de atrás si quieres —vuelve a escuchar a Hyunjin hablar desde la entrada.

—Estoy bien, ya llego —grita otra vez, pero se tropieza saliendo del baño y exclama un grito de dolor.

No es mucho, apenas golpeó su pie herido contra un mueble, pero duele. No está familiarizado con la distribución de los muebles y viendo tan poco, sabe que va a ser difícil no chocarse con todo lo que tenga delante.

—¿Qué pasó? Escuché tu grito.

Hyunjin está a su lado, viendo como Jeongin intenta sostenerse del sillón y se agarra la pierna herida con un gesto de dolor.

—¿Cómo entraste?

—Por la puerta trasera, ¿Te lastimaste, Jeongin?

El menor suspira. Está sucio, despeinado y al parecer, también estúpidamente ciego, todo al frente de ese hombre guapo musculoso y malditamente amable que está en su casa. Es la segunda vez que lo ve y ya ha perdido la cuenta de cuántas veces pasó vergüenza frente a él.

—No, sólo me tomó por sorpresa, no ví el mueble.

Hyunjin se ríe—. ¿Cómo no lo viste?

—No te burles —Jeongin bufa como un niño—, tuve que sacarme las lentillas y mis lentes están arriba al igual que mi ropa, como verás sigo todo sucio con la ropa de ayer, qué maldita vergüenza —exclama—. Ni siquiera pude bañarme y estás aquí y yo doy asco y-

Se ve interrumpido por dos manos cálidas que se posan en sus brazos y lo acarician despacio de arriba a abajo, brindándole confort.

—Calma, está bien, para eso estoy aquí.

—Eres constructor, no un guía de no videntes.

—¿Cómo estás tan seguro de que no lo soy? —Hyunjin vuelve a sonreír y aprieta sus hombros—. Yo te ayudaré, tú quédate tranquilo. Soy Hyunjin elperfectoquearreglatodo ¿Recuerdas?

Encima recuerda eso, Jeongin se cubre la cara con las manos, avergonzado y sintiéndose aún más estúpido.

—Es una pequeña broma —el mayor vuelve a hablar—, no te enojes. Ven, quedate en el sillón un momento.

Hyunjin lo lleva como un niño hasta sentarlo, sigue siendo igual de confianzudo y toqueto que el día anterior, es algo que a Jeongin normalmente le molestaría y mucho, pero ahora por alguna razón no lo hace. Se siente contenido. Con las últimas semanas que ha tenido, sentir esa contención es reconfortante.

Mr. Handyman                       [  hyunin  ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora