Capítulo 20

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POV DAVID

Esa mañana en la clínica, casi no pude concentrarme, los últimos días, me la pasé pensando en un tema que me tenía demasiado preocupado, hacía unas semanas, recibí una visita, que, la verdad, preferí no haber recibido jamás, resultó que mi madrina, llevaba casada los pasados cuatro años de su vida, nada más y nada menos que, con Henry Mills, el papá de Regina, mi reina, a quien prometí no traicionar, la vida era injusta en ocasiones, aquella tarde, cuando llegaron juntos y el señor muy educadamente se presentó, mi mundo se derrumbó, mi madrina y yo, tuvimos escasas relaciones durante todo ese tiempo por culpa de mi padre y su hermano Jorge, quienes se pusieron de acuerdo para hacerle una jugarreta engañosa de esas que ellos juntos podían hacer muy bien, y en efecto, nos alejaron, dejándome desprovisto de toda relación con la familia, ahora que de regreso estaba, quería enmendar el error cometido, acercándose más a mí, no lo había mencionado, pero en sus ojos, reflejaba el arrepentimiento por haberse dejado llevar por las mentiras de su hermano, de igual manera, conservaba el amor que por ella sentía y la recibí de vuelta como si nada hubiera ocurrido, llenando su corazón de alegría y satisfacción, entonces, en medio de la conversación, ambos confesaron que no habían acudido a mí antes, pues les daba vergüenza, a ella por lo que había hecho conmigo, a él, por el dolor al que había condenado a su hija a lo largo de su corta vida, pero que en cuanto mi madrina le habló de mi bella novia, y le mencionó su nombre, las piezas cayeron en su sitio, ocurriéndoseles una idea tremendamente descabellada.

-por favor, hijo, ayúdame a ganarme su confianza, prometo no mencionar tu nombre- recuerdo claramente sus palabras de súplica, si hubiera sabido, lo mucho que batallé para lograr ocupar un lugar en la vida de Regina, no hubiera hecho tal petición, sin embargo, a sabiendas de lo que esa propuesta significaba, acepté ayudarlo, más, cuando, ya en confianza, me contó su triste historia, sí, porque llevaba ayudando al señor desde algunos días después de la inauguración de la clínica, mismo tiempo, que comencé a traicionar a mi reina, mi cabeza estallaba cada vez que tenía la oportunidad de persuadirla para que rectificara en su modo de dirigirse a su padre, pero, mis labios se sellaban con siete combinaciones, no era capaz de obligarla a nada, eso aprendí a las malas, desde que nuestra aventura comenzó, conservaba la esperanza de que la convivencia en la empresa la hiciera cambiar de opinión.

-¡doctor!- exclamación que terminó con mis pensamientos, la enfermera que trabajaba en la clínica conmigo, me sobresaltó con su presencia, aunque dudaba que no llevara allí más de diez minutos, su entonación me lo demostraba.

-sí- pestañé varias veces, debía aterrizar en la realidad.

-su celular hace unos minutos no deja de sonar- mis pensamientos viajaron tan lejos que ni cuenta me di de que alguien reclamaba por mi atención.

-gracias- agradecí a la enfermera, quien había resultado ser una excelente compañera de trabajo y demasiado eficiente para lo que estaba acostumbrado, al verla partir y dejarme a solas, mi primer instinto fue revisar el celular, solo que se me adelantaron, nuevamente, se escuchaba el tono de llamada, mis ojos se iluminaron al leer el nombre de la persona a quien tanto le urgía escuchar mi voz.

Llamada telefónica:

-¡hola, mi reina!- mi rostro debió haberse iluminado al saber que de ella se trataba, es que ya no podía ocultar lo tanto que la amaba.

-David, a mi papá le ocurrió algo, estoy en el hospital y no sé nada de él- las palabras llegaron a mis oídos como una ráfaga de viento, se le notaba tan desesperada que los saludos y la educación formal, salieron sobrando.

-¿en qué hospital están?- intenté hablar pausadamente, no debía añadirle intranquilidad, eso terminaría desesperándola aún más.

-no lo sé, creo que el más cercano a tu empresa- se notaba insegura de su respuesta, afortunadamente, era médico, me conocía casi todos los hospitales de la ciudad, la respuesta llegó a mi mente a la velocidad de la luz, mi presencia a su lado se visualizó como una película.

AgorafobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora