Había renunciado a todo por amor: su familia, su apellido, su carrera, su hogar y su vida. Pero cuando quedó embarazado, su pareja lo abandonó, dejándolo solo con un bebé. Descubrió lo difícil que era encontrar trabajo siendo omega, a pesar de tener...
SI🤣😅, no soy buena actualizando seguido jajaja y menos en el mismo mes pero he╰(*°▽°*)╯. Volví a publicar espero el siguiente capitulo no tarde tanto, ojala les guste y comenten mucho ;) esto va lento porque es el capitulo 4 verdad, pero se pondrá bueno jaja lo prometo ❤️💕
Saludos <3
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JIN
—Es un imbécil, nada le gusta —grité apenas entré en el pequeño cuarto de descanso, casi estrellando el termo que tenía en las manos. Me detuve al notar que las cabezas de los presentes se giraban para mirarme.
—Lo sabemos, pero es un milagro que sigas aquí —contestó uno de los hombres, sorbiendo su café. Era Kim Namjoon, el abogado de cabecera de la firma.
—La definición es correcta: imbécil con mucho dinero. Pero, en serio, felicidades por aguantar dos meses. Deberíamos salir a comer para celebrarlo, solo tú y yo —dijo Taehyung, sonriendo con su encanto habitual. Era la tercera vez que me invitaba a salir. Me encantaría aceptar, pero Song Kang aún sigue muy resiente.
—Perdón, no pensé que hubiera alguien aquí. Solo necesitaba respirar y preparar su segundo café del día —dije, tomando una respiración profunda antes de exhalar y empezar a lavar el termo con fuerza.
—¿Qué te hizo esta vez? —preguntó Taehyung, aún con esa sonrisa aunque una vez más acababa de rechazarlo.
—Que lavara sus camisas yo mismo, ya que la tintorería le dejó arrugas y mal olor la última vez. Y cuando volví con las camisas limpias, ya había triturado dos reportes y borrado los archivos de mi computadora, alegando que no sabía de qué estaba hablando. Ah, y me dejó un par de libros de leyes en mi escritorio para que aprenda y le entregue los informes hoy en la noche —murmuré mientras secaba la taza para servirme café. Cuando fui a buscar el azúcar, sonreí al tomar en su lugar la sal.
—Mira el lado bueno —Namjoon dejó su taza en la tarja y se recostó, observándome—: te está dando herramientas para que aprendas. No te dejaría ir si no le agradaras, ¿sabes? —notó cómo vertía la sal y esbozó una sonrisa de medio lado.
—No creo que te despida hagas lo que hagas. Eres el único que ha durado tanto, así que, por favor, no renuncies —sugirió entre risas—. Cuando le des eso, da tres pasos hacia atrás, por si te lo lanza encima.
Ambos hombres se marcharon, y yo los seguí, dirigiéndome hacia la oficina de mi jefe. Tomé mi tableta para recordarle los pendientes y juntas del día de mañana. Todo en mí gritaba que tenía que hacer bien este trabajo. Una vez en casa, tendría que estudiar esos libros; con mi memoria fotográfica, podía lograrlo. Fui criado para ser excelente, y por mi hijo, mantendré este empleo.
Dejé el café en su escritorio y di tres pasos hacia atrás. Por un momento, olvidé la sal en el café. Jungkook leía un informe, y solo levantó la mirada al ver que me alejaba.
