Se dice que después de la tormenta viene la calma. Sin embargo, esa calma nunca llegó para mí.
Los últimos doce años, los he pasado con la cabeza metida bajo un montón de libros. Es la única manera de no sobrepensar. Ya que todo, absolutamente todo empezó a ir mal desde aquél día...
Aquel día que prefiero no mencionar.
Me había costado demasiado superar todo. Acudir con psicólogos que solo me hablaban acerca de aceptar los hechos y seguir adelante.
Y si, quería olvidar pero a la vez no. La historia no lo olvidaría, nuestro apellido había quedado manchado y pisoteado.
—Damián. —Llaman a la puerta. Cierro el libro rápido, como si con ello pudiera cerrar aquel recuerdo.
Veo que se asoma a la puerta la figura de alguien bastante mayor, se mantiene en pie apoyado en un bastón. Aún con todo eso conserva la elegancia que siempre lo caracterizó.
—Dígame —respondo. Utilizo un tono de voz bajo y calmado.
—La cena está lista, ¿nos acompañas?
—Tengo mucho que leer aún —suelto excusándome—. Además, comí algo de camino a casa, no tengo apetito.
—Es una lástima, Blackbell vino a visitarnos.
Lo sé, siempre se escucha su voz entusiasta cuando llega. Sin embargo no estoy de humor para tratar con ella. Al menos hoy no.
—Dele saludos de mi parte.
—Damián, no te hace bien vivir encerrado en estos libros.
—Los necesito, son parte de mis planes a futuro.
Suspira cansado, como si no tuviera remedio. Y no lo tengo, sigo firme en estudiar ciencias de la política. Seré parte de los dirigentes de este país y un día yo seré quien lo gobierne. Restauraré el apellido de los Desmond.
—Sí cambias de parecer estaremos abajo —informa, antes de marcharse.
El profesor Henry Henderson fué muy amable conmigo, lo ha sido desde que vivo con él y su segunda esposa Martha.
Y no sé si fué compasión, lástima o aprecio. Pero tras ver las condiciones en las que quedé se encargó de que no terminara en un orfanato. Me dió una casa, una familia y la oportunidad de empezar de nuevo. Lamentablemente yo no quería empezar de cero, llevaba muchos recuerdos y dolor en la mente como para eso pero si algo es cierto es que le estoy agradecido. Un buen comportamiento ha sido la mejor manera de pagarle.
Y mañana, empezaré las clases en la universidad Star. La mejor de este país. Me esforcé mucho en Edén para lograrlo. Me enfrenté a una atmósfera en la que todos me veían con lástima y otros con odio. Me aseguré de mantenerme en la cima a pesar de haber bajado hasta el fondo del pantano. No sé de dónde saqué las fuerzas pero lo hice.
—¡Damián Henderson!
Ese grito me saca de mis pensamientos. La puerta se había quedado abierta, así que Becky se coló fácilmente a mi habitación.
—Es Damián Desmond —corrijo con astío. Volviéndome hacia ella.
Todo en su ser grita albedrío, ropa al último grito de la moda. Accesorios costosos, una actitud sumamente radiante y positiva, demasiado brillo para mis ojos. Reposa cómoda en mi cama pero sin perder la elegancia en su postura cuando se cruza de piernas. La chica que muchos anhelan, para mi es el mayor fastidio.
—Has sido un Henderson durante los últimos años. ¿Ahora que ya eres mayor de edad te revelas?
—No.
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¿Qué fué del amor? - Damianya
FanfictionSe dice que después de la tormenta viene la calma. Sin embargo, esa calma nunca llegó para mí.