VIII. Juramento ante el firmamento.

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Finalmente los días en el campamento estaban por finalizar, luego del incidente entre el linaje real, tomaron medidas preventivas.
Por el momento el último lugar por tomar era las tierras que Ryomen poseía, un gran obstáculo para el campamento.

Así que entre sus última semanas de preparación para el gran enfrentamiento, un asunto no tan fortuito estaba por suceder y es que como bien se sabe en algún momento debe darse y ese es la época del celo.

Un omega solía tenerlo por una semana entera, mientras el alfa solo la tenía por tres días. Vaya la grata sorpresa que fue cuándo los líderes de ambos clanes de ausentaron durante casi una semana, sospechosamente.




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En la calidez de la ya conocida y familiar carpa de los líderes, ambos yacían bajo el lecho que los protegía de los vientos frescos que esparcían por el ambiente, en el campamento se respiraba competitividad y todos entrenaban con fervor, sin embargo en la intimidad que ofrecía aquella carpa, dos jóvenes tórtolos disfrutaban de una pequeña tarde de ocio.

Okkotsu había aprovechado en sacar el regalo de parte de la señora Kumiko, preparó el té para ambos añadió miel y las sirvió en unas lindas tazas de madera. Por su parte Toge anteriormente en el almuerzo había preparado onigiris con todo el esfuerzo, cariño y paciencia–de parte del chef que se lo enseñó–.

El par se encontraba en una especie de cortejo que sus instintos dictaban, mas ellos no tenían ni idea, pero les gustaba estar así juntos y pasar el tiempo de calidad en compañía.

En la mesita yacían el té y una canastita con onigiris humeantes, y el par sentado frente al otro, conviviendo.

–Hoy en especial hueles muy bien.

El de cabellos claros asintió en respuesta, concentrado en soplar su té, estaba sonrojado desde que ingresó a la carpa, cabe aclarar. De un momento a otro reflexiona sobre su respuesta, e hizo que cualquier movimiento que hiciera en ese instante Toge se congele.

Yuta no sabía lo que sucedía, así que rodeó la pequeña mesa que los separaba para acercarse más al omega, se arrodilló a su lado, lo recarga contra él mientras rodea su espalda y toma su brazo, y lo ayudó a dejar su taza en la mesita para que no se queme.

–¿Te encuentras bien?.–Yuta alza el mentón de Toge, y pudo contemplar la mirada más tierna de la historia, entre sus finas y largas pestañas, aquellas que protegían las pupilas del omega que estaban dilatadas, una mirada tan efímera que jamás olvidaría.

Porque de manera fortuita, así como lo efímero que fue el momento, efímero fue que Yuta jamás vió venir que Toge se le abalanzara al cuello. Todo el cuerpo del pelinegro cayó al suelo en un golpe seco, lo bueno es que el suelo tenía alfombra y mantas sobre ella.

Salió de su cortocircuito mental, cuando la nariz de Toge urgaba por su glándulas de olor, se encontraba encima suyo, el alfa no sabía que hacer, estaba tieso.

Eso no fue nada cuando el omega dejó salir su olor a máximo esplendor, para luego atacar su cuello con pequeñas lamidas y mordidas.

Yuta estaba tieso, en serio tieso.

Entonces Toge lo mira a los ojos, se relame los labios, y le da una sonrisa muy socarrona:–Tu también hueles muy bien hoy.

Para luego besar sus labios, un beso al principio dulce que fue tornándose más lujurioso cuando las manos traviesas de ambos entraron en acción.

"Ah, canijo."—exclamaron ambos.

La pareja había entrado en celo, y la carpa albergaba la fusión de las feromonas a lavanda y petricor, tal cual cápsula.

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⏰ Última actualización: Aug 11 ⏰

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