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Luego de una hora, Nayeon se había ido, dejando a Sana en la completa soledad de su departamento, pensando y navegando en una ola de sentimientos mezclados debido a su decisión de volver a Corea

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Luego de una hora, Nayeon se había ido, dejando a Sana en la completa soledad de su departamento, pensando y navegando en una ola de sentimientos mezclados debido a su decisión de volver a Corea.

Si bien la decisión ya estaba tomada tampoco podía mentirse a sí misma, pues le aterraba un poco.

Tal vez no sea buena idea regresar después de todo. ──pensó con melancolía.

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A la mañana siguiente, se había despertado con tal normalidad, aunque rondaba el dilema aún en su cabeza debía despejarlo, hoy debía ir hasta Mondblume para hablar con Elvira acerca de su retiro de la casa y del mundo de la moda en general.

Sabía que a la pobre mujer de daría un paro cuando la escuche.

Se hizo un desayuno rápido y sencillo, sin tanta complicación, no es como si de verdad tuviera apetito en ese instante.

Por alguna razón, cuando optó por volver con su familia al rancho en Corea, estaba tan feliz, pero luego de hablar con Nayeon un pesar la invadió y eso la tenía cabizbaja.

Al salir de su departamento tomó un largo suspiro y bajo hasta llamar un taxi que la llevase hasta el gran edificio de Mondblume.

──¿Dónde la llevo, señorita? ──preguntó el hombre afirmando su acento americano.

Sana le dedicó una amistosa sonrisa y luego respondió. ──a la casa Mondblume, por favor.

Y el mayor prendió marcha.

El camino fue rápido, para su suerte a pesar de ser apenas ocho de la mañana no había tráfico. Llegando así a su trabajo.

Terminó por agradecer al conductor y pagó el viaje.

Inhaló y exhaló el aire profundamente y miró a su frente el enorme edificio de modas, donde apenas en la entrada principal ya de podía visualizar el abundante movimiento de empleados y gente externa ingresando a Mondblume.

No lo pensó más y se adentró.

──Señorita Minatozaki, buenos días. ──saludó el portero con una resplandeciente sonrisa, Sana le devolvió el gesto.

──Hmm, buen día Adam ──miró a sus lados con cautela y se acercó secretamente hasta el chico. ──, ¿sabes si Elvira ha llegado?

El chico asintió de inmediato. ──¡oh, por supuesto! casi me olvido de decirte esto, pero ella me dijo que quería hablar contigo urgentemente apenas llegues.

Sana sintió su corazón acelerare y un cosquilleo incómodo se esparció por su pecho, ¿ya sabría sobre su renuncia?

──P-para qué... ──preguntó algo nerviosa.

──Realmente no sé, pero se la veía super contenta.

Sana se sintió más aliviada cal escuchar aquello. ──está bien, ya subo. ──dijo y se dio media vuelta para irse, pero recordó un pequeño detalle que la hizo girarse nuevamente hasta el muchacho: ──deberías dejar de olvidarte de tu gorro, TyTy. ──tiró un mechón del cabello ajeno en manera juguetona y el chico se sorprendió.

Este tocó su cabeza y efectivamente, había olvidado su esencial gorro. ──oh no...

Sana rió con gracia y agitó su mano para despedirse del americano, fue hasta el ascensor y marcó en este el piso donde yacía la oficina de su jefa.

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remember summer days ; satzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora