La noche avanzaba lentamente, con el bullicio de la fiesta envolviéndote como una manta de sonidos y luces. Estabas detrás de la barra, organizando las copas y asegurándote de que todo estuviera en orden, cuando lo viste de nuevo. El arquero, el héroe de la noche, estaba rodeado por un grupo de compañeros, todos celebrando con entusiasmo. A su lado, su esposa, radiante y perfecta, reía y conversaba, siempre a su lado como una presencia constante.
Por un momento, te permitiste mirarlo, sabiendo que no deberías, pero incapaz de evitarlo. Fue entonces cuando sucedió. Sus ojos se encontraron con los tuyos, y en medio de toda la algarabía, sentiste que el tiempo se detenía. Había algo en su mirada que te hizo estremecer, una conexión inesperada y peligrosa.
Pero la realidad te golpeó rápidamente. Su esposa, sin dejar de sonreír, lo tomó del brazo, atrayéndolo de nuevo a la conversación con los demás. Sin embargo, él no apartó la vista de ti, y esa chispa que habías sentido antes parecía crecer, haciéndose más intensa, más ineludible.
Intentaste seguir con tu trabajo, moviéndote entre la multitud con la bandeja en la mano, pero cada vez que te acercabas a la mesa donde él estaba, sentías sus ojos sobre ti, observándote de una manera que era imposible ignorar. Cada vez que lo mirabas, te encontraba con su mirada, y esa electricidad entre ustedes era palpable, aunque la distancia física y la presencia de su esposa parecieran mantenerlo todo bajo control.
Hacia el final de la noche, cuando la fiesta comenzaba a perder fuerza, saliste a la terraza en busca de un respiro y a fumar un cigarro para relajarte por unos minutos antes de volver adentro. El aire fresco te envolvió, aliviando momentáneamente la tensión que se había acumulado dentro de ti. Cerraste los ojos, disfrutando del silencio relativo, cuando escuchaste la puerta de la terraza abrirse detrás de ti.
Te giraste y lo viste allí, a pocos pasos de ti. Él, el hombre que había sido el centro de la atención de todos, te estaba mirando con esa misma intensidad de antes, pero esta vez, estaban solos.
"¿Escapando de la fiesta?" preguntó, su tono ligero, pero sus ojos decían algo más.
Antes de que pudieras responder, la puerta se abrió nuevamente. Su esposa apareció, deteniéndose al ver a ambos en la terraza. El silencio entre los tres fue pesado, cargado de lo que no se decía. Ella lo miró, una ceja ligeramente arqueada, pero con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.
"¿No vienes?" preguntó ella, con una dulzura que parecía ensayada, mientras extendía una mano hacia él.
Por un breve momento, él no respondió. Sus ojos se mantuvieron fijos en los tuyos, como si estuviera debatiéndose internamente. Finalmente, rompió el contacto visual y se volvió hacia ella, dándole una sonrisa que parecía casi forzada.
"Claro," dijo, tomando su mano y dirigiéndole una última mirada antes de seguir a su esposa de regreso al interior del hotel.
Te quedaste sola en la terraza, con el corazón latiendo con fuerza y la sensación de que algo se había roto y creado al mismo tiempo. Sabías que lo correcto sería dejar todo ahí, permitir que esa noche quedara como un recuerdo aislado. Pero en lo más profundo, algo en ti había cambiado. Si surgía otra oportunidad, no estabas segura de que podrías resistirla.
Y mientras volvían al bullicio de la fiesta, sabías que habías cruzado una línea invisible, una línea que su esposa, aunque no lo mostrara, probablemente también había notado.
Después de aquel encuentro en la terraza, no dejabas de pensar en él, en la manera en que sus ojos se habían detenido en los tuyos, y en cómo había tardado un segundo demasiado en volver con su esposa. Pero la noche continuaba, y tú seguías con tu trabajo, intentando apartar esos pensamientos de tu mente.
Más tarde, mientras recogías algunas copas vacías, lo viste nuevamente. Estaba solo esta vez, en un rincón del salón, aparentemente absorto en sus pensamientos. Su esposa estaba en otro lado de la sala, conversando con otras personas, dándole a él un momento de respiro.
Tomando una decisión que sabía que no deberías, te acercaste a él, sin saber muy bien qué dirías o cómo reaccionaría. Al llegar a su lado, alzó la mirada y, por un instante, la misma intensidad volvió a surgir entre ustedes.
"Parece que la noche se ha alargado más de lo que esperabas," dijiste en un tono casual, casi como si estuvieras hablando con cualquier otro invitado.
Él sonrió levemente, una sonrisa que no llegó a sus ojos. "Es lo que pasa cuando el mundo entero celebra contigo," respondió, su voz suave pero cargada de un matiz que no podías descifrar.
Miraste alrededor, asegurándote de que su esposa no estuviera cerca, aunque sabías que no debías hacer nada que pudiera llamar la atención. "Debe ser agotador, estar siempre en el centro de todo," comentaste, tratando de mantener la conversación ligera.
"Más de lo que imaginas," admitió él, sus ojos volviendo a encontrarse con los tuyos. Hubo un silencio breve, pero lleno de significado. Luego, bajó la voz, como si confiara en que solo tú podrías escuchar. "A veces, solo quieres desaparecer por un rato. Ser alguien más, o simplemente ser tú mismo, sin todas las expectativas."
Tus palabras salieron antes de que pudieras detenerte. "¿Y quién eres tú, cuando no eres el "dibu martinez"?"
Él se quedó en silencio por un momento, sorprendido por tu pregunta, pero luego te dio una respuesta sincera. "Un hombre que comete errores, que se siente atrapado en una vida que, aunque la eligió, a veces se siente como una prisión."
El peso de sus palabras cayó sobre ti, y no pudiste evitar sentir una punzada de compasión, pero también una atracción peligrosa. Sabías que debías alejarte, cortar la conversación antes de que fuera demasiado lejos, pero no lo hiciste.
"Debe ser difícil," dijiste en voz baja, mirándolo directamente, "vivir bajo tantas expectativas."
"Lo es," respondió él, y sus ojos buscaron los tuyos, con una intensidad que te hizo temblar. "Pero esta noche... esta noche, estar aquí hablando contigo, se siente como un escape."
Te quedaste en silencio, sin saber cómo responder a eso, consciente de que estabas en terreno peligroso. Finalmente, él rompió el silencio, su voz apenas un susurro. "¿Y tú? ¿Qué sueñas hacer cuando no estás aquí, sirviendo copas a tipos como yo?"
La pregunta te tomó por sorpresa, pero en lugar de responder con una evasiva, como habías planeado, te encontraste siendo honesta. "Sueño con viajar, con ver el mundo. Pero la realidad... a veces es difícil salir de ella."
Él asintió, como si entendiera perfectamente lo que querías decir. "Quizás algún día lo hagas," dijo, su tono sincero, "No te ves como alguien que se conforma con menos de lo que quiere."
La conversación quedó en el aire, interrumpida cuando el siete de la selección lo llamó desde el otro lado del salón,mientras bebía de una jarra que había pasado por las manos de todos los campeones del mundo, mientras el siete le hacia señas de que se alejen tú te diste cuenta de que habías estado demasiado cerca, demasiado expuesta.
"Gracias por la charla," dijo él, dándote una última mirada que decía más de lo que las palabras podrían expresar. "Fue... diferente."
"Lo fue," respondiste, sintiendo que el momento se desvanecía, pero dejando una marca que no podrías ignorar.
Y mientras él se alejaba, volviendo a su rol de celebridad, y a su esposa, que lo esperaba con una sonrisa, tú te quedaste con una sensación de anhelo y peligro, consciente de que lo que había comenzado como una simple charla podría convertirse en algo mucho más complicado de lo que cualquiera de los dos había planeado.
11/08/24
Hola , hace rato tengo esta idea en la cabeza y quería volver a publicar, es una historia en la que la lectora es la protagonista, sin nombres, como las de antes jaja, espero que les guste y si tienen alguna sugerencia, me encantaría leerla.
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Illicit Affair (Emiliano martinez )
Short StoryCause you were never mine. Hace mucho tiempo que no escribo, pero siempre fue algo que me gustó. Espero que les guste esta historia; también espero que no sea muy larga. Me inspiré en varias canciones, entre ellas "Illicit Affairs" de TS. Si conocen...