FIN

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-¡Te estoy diciendo que te calles!

-Pero...

-¡Callate!

Lucasta no pudo hacer más que guardar silencio ante la mirada furiosa de Natalan. El azabache se volteó con la intención de marcharse, pero el castaño no lo dejó y corrió tras él.

-¡Natalaaan! Lo siento... -decía sacudiendo su brazo, con la esperanza de que así le prestara atención.

El azabache alzó su dedo índice frente a la cara de lucasta, haciendo además de silencio.

El momento romántico lamentablemente sólo duró un día y al siguiente ya estaban peleando por las marcas recientemente aparecidas. Aún así aquel momento se quedaría grabado en la mente y corazón de ambos.

Volviendo a la actualidad, esta vez el evento reciente había sobrepasado la paciencia de Natalan. Si hubiera estado cerca de lucasta en el momento en que el profundo corte apareció en su muñeca, y no en plena clase de piano, lo hubiera golpeado hasta el cansancio.

Ambos tenían la mano derecha vendada y con una mancha de sangre sobre ella. Natalan estaba tan molesto porque no había sido capaz de ocultar aquella profunda herida de sus amigos -empezó desangrarse frente a su amargada profesora de piano y ésta alertó al hombre mediante gritos histéricos- y él lo prohibido de ciertas actividades en lo que la herida cicatrizaba. Así que se obligó a tragarse su preocupación por el estado de lucasta y dar paso a una incontenible ira.

-¡Fue un accidente! Lo lamento. -La mirada del castaño reflejaba súplica y por un instante Natalan vaciló, pero al final se mantuvo firme.

-Accidente, accidente ¡siempre es un accidente! ¡Deja de hacer tonterías y mantente quieto!

Muy contrario a lo que decía, Natalan secretamente adoraba aquella faceta tan enérgica que lucasta solía mostrar.

-¡Eso trato pero... pero...!

Se podía leer fácilmente en la actitud del castaño que se había quedado sin argumentos válidos para excusarse con Natalan.

-¡Simplemente lo hago y ya! Es como una voz que me impulsa a hacer ciertas cosas ¿entiendes? Sin medir peligro, solo me dice "¡hazlo!"

-¡No, no te entiendo! ¡No entiendo como no eres capaz de mantener tu trasero quieto por un maldito día!

Natalan empezó con un monólogo donde se quejaba de la actitud de lucasta, de vez en cuando exagerando algunas cosas. El castaño intentó defenderse, pero se le fue imposible ya que el azabache no paraba de hablar expresando su inconformidad ¡incluso agregó cosas que ni siquiera se relacionaban con el tema principal! Como si estuviera aprovechando para quejarse de cada cosa que le disgustara en el mundo.

Bastó de unos cuantos minutos en los que lucasta intentó refutar, en vano, para empezar a hastiarse de la sarta de palabrerías que ni siquiera alcanzaba a entender del todo.¿Cuál es la mejor forma de callar a alguien?

Lucasta, como siempre, hizo lo primero que le llegó a la mente: besarlo.

Fue un dulce contacto de labios perfectamente moldeados entre sí. Natalan abrió grandes sus ojos mientras que un fuerte rubor se apoderaba de sus mejillas. No duró más que segundos, pero se volvieron horas para el azabache y para lucasta, que hubiera deseado un poco más, no duró más que un suspiro. El castaño acarició la pálida mejilla con su mano vendada y lo miro suplicante.

-¿Ves? A esta clase de impulso me refiero

Natalan estaba petrificado. Sus labios se movían inquietos intentando articular palabra y pareciera que su cara enrojeciera más con el paso de los segundos. Su ritmo cardíaco aumentó y su mente se quedó en blanco, con la imágen de lucasta besandolo ubicaba justo en el centro. Únicamente logró salir de su trance cuando el castaño agarró su mano cubierta de vendas y posó sus labios delicadamente sobre los nudillos.

-¿Me perdonas?

-A-ah... t-tú... eres un...

Intentó pensar en un insulto o algo, pero nada además de la sensación de sus labios sobre su pálida piel se hacía presente. Quiso desear apartarlo, pero ahí seguía la necesidad de mantenerlo junto a él, insistente y terca.

Después de todo, eran almas gemelas ¿no? Se necesitaban para poder mantener la tranquilidad en sus cuerpos, o al menos era lo que siempre decían las historias porque para Natalan fue todo lo contrario.

Lucasta llegó a poner su mundo de cabeza y a quitarle toda su tranquilidad. Pasó de ser un chico preso de una aburrida rutina a infligirse heridas él mismo respondiendo a una guerra silenciosa con alguien desconocido, luego a cuidar de alguien que creía era tan tonto como para lastimarse todos los días y finalmente...a ser alguien cuyo corazón ahora latía en sincronía con alguien más, que se sonrojaba por cada pequeño gesto y que secretamente adoraba todas las actitudes de las que
se quejó anteriormente.

Sus mejillas ardían con el sólo pensar en lo que lucasta lo había transformado desde su raro primer encuentro.

En cambio lucasta... estaba viviendo el cuento de hadas con el que alguna vez deseo de pequeño. Claro, no era como los clásicos donde un príncipe aparecía en un blanco corsel a rescatar a la princesa en apuros, ni donde un beso tenía el poder de romper un hechizo; porque, para él, la historia entre él y Natalan era mucho más linda. Sin siquiera conocerse habían armado una guerra de autolesiones y luego el destino se encargó de juntarlos de la manera más violenta posible, igual que su comienzo. Amaba la manera en la que el azabache siempre iba a su rescate cuando se lastimaba por hacer alguna tontería y amaba su expresión cuando se enojaba, el tierno puchero que formaban sus labios. Sobre todo amaba cuando se avergonzaba, justo como ahora.

-Eres un idiota... Finalmente el azabache dejó escapar un suspiro resignado. Agarró la mano herida del castaño y lo acarició el corte sobre las vendas, con el pulgar-. ¿Qué hiciste ahora? -Lo miró sin aflojar el apretón.

Lucasta dejó escapar su, ahora típica entre ambos, risa nerviosa mezclada con un toque burlón.

-Ya sabes, correr por allí...

-No tienes remedio-El azabache rodo los ojos.

-Pero así me quieres -rió con alegría palpable y entrelazo su mano con la del azabache.

-Callate. -Contrario a su objeción, Natalan ni siquiera intentó deshacer la unión. Quiera o no, tengo que acostumbrarme a esto

-Quieres decir que seguiremos juntos ¿verdad? -lucasta se pegó a su cuerpo con la intención de mimarlo un poco.

Natalan guardó silencio unos breves segundos en los que su mirada se perdió y sus mejillas se tiñeron de un leve rosa. Luego dio paso a una dulce sonrisa.-Sí, supongo que sí. Seguiré soportando tus tonterías.

Con el corazón acelerado, lucasta volvió a robar un beso a los labios del azabache para luego pegar sus frentes y susurrarle con delicadeza:

-Somos almas gemelas, después de todo.

   Fin.

Bueno este es el capítulo final de esta historia de natacasta y bueno espero que les haya gustado se que la historia es demasiado corta como 7 capitulos ya no hubo imaginación perdonen 😭😭

Grácias a ustedes que me hacen reír con sus comentarios que es Shark_Gummy y así hay varios
ScottTucker764 

Gracias a todos los que comentaron y votaron por esta historia

ALMAS GEMELAS DESPUÉS DE TODO (Lucasta x Natalan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora