7. Habitación para dos.

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Cuatro horas, cuatro benditas horas llevaban en el salón de belleza y Gyuvin no podía estar más desesperado porque no solo llevaba horas ahí, sino que estaba solo porque Ricky no lo había dejado entrar al área donde estaban tratando de salvar su cabello.

Después de decirle a Yujin que no había problema y que todo estaba bien, Ricky llamó a uno de sus chóferes para que los trajera a este lugar, pero en el camino no había hablado para nada con Gyuvin.

¿Por qué estaba molesto con él?

Ricky no solía enojarse casi nunca, pero Gyuvin también entendía que su cabello era algo importante, así que solo guardó silencio y obedeció a todo lo que su novio ordenó.

Y aquí estaba, casi durmiéndose en un sofá con vista a una pantalla que mostraba distintos estilos y colores de cabello de celebridades; para este punto, ya se sabía el orden en que aparecía cada celebridad.

Cuando sus ojos estaban a punto de rendirse ante el aburrimiento, vio a su hermoso novio caminar hacia él, pero tenía puesto un gorro en la cabeza que no dejaba asomar nada de su cabello.

¿No habrían podido arreglar el desastre? Ay, no.

Ricky seguía con una expresión neutra, no se veía molesto ni triste, y eso solo preocupó más a Gyuvin; algo malo debió haber pasado con su cabello.

De nuevo sin palabras, ambos subieron al auto de la familia de Ricky y se dirigieron de regreso al hotel.

Ricky miraba por la ventana del auto, suspirando cada tantos segundos, y Gyuvin trataba de pensar en qué podía hacer para hacerlo sentir mejor; se aclaró la garganta y trató de tomar su mano, pero Ricky la apartó con lentitud.

—Riri...

Silencio.

—¿Quieres que ordenemos tu comida favorita para cenar?

No hubo respuesta.

—¿O prefieres que llegando al hotel vayamos al cine del penthouse y veamos una de tus series cursis que amas?

Más silencio.

—Riri, sabes que te amo por quien eres y no por cómo tu cabello se vea, ¿verdad? Si está muy mal, podemos comprar gorros a juego y usarlos todos los días hasta que puedas volver a ser rubio ¿Qué dices?

La mirada que Ricky le dirigió lo hizo guardar silencio; después, cuando su novio cubrió su rostro con sus manos, se asustó. ¿Ricky estaba llorando?

No, no, no, no le gustaba ver a su Riri llorar, le dolía el pecho.

—Ey, ven aquí, no llores.

Pidió, apretándolo en un abrazo; sabía que sus brazos eran el lugar seguro de Ricky.

El cuerpo de su novio vibró en su pecho, y le tomó un par de segundos darse cuenta de que Ricky no estaba llorando, se estaba riendo.

—¿Pero qué...?

"Entre rencor y traiciones" ⚘️ ZB1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora