Capítulo cinco

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Nada más llegar a casa, dejo el todoterreno en el enorme garaje de la mansión que tengo como hogar, y entro en el interior. Voy a la cocina y maldigo haber tirado toda la comida basura pero para eso está Globo.
Pido una pizza familiar, un cubo de helado Ben and Jerry's grande y una coca cola. Me cambio de ropa interior y me coloco encima un camisón largo. En cuanto llega el repartidor le pago, recojo el pedido y me hincho de comer mientras veo una peli de terror. Cualquier cosa que no sea romántica me sirve.
Después de un rato me duermo y solo sueño con Rick haciéndome el amor. Me despierto al abrirse la puerta de la entrada.
Como no, es mi madre que viene seguramente a molestar.

-Tienes cara de recién levantada y son las una del medio día. -Me regaña y casi le da un infarto cuando ve la caja de pizza y el cubo de helado en el suelo-. ¡Eva! Tú estás loca, no puedes comer eso y encima lo tiras al suelo. Que marrana eres ¡Recógelo ahora mismo!

Hago lo que me dice y tiro a la basura los desperdicios. Mi madre me sigue hasta el porche que conecta a la cocina, debe de tener muchas cosas que contarme.

-Esta mañana me ha llamado Ramón para preguntarme si tú has sido la que se ha llevado el coche por eso he venido, para comprobar -hace una pausa para tomar aire y me sigue contando-. Estaba preocupado porque resulta que cerca del cortijo, en una cabaña, vive un ermitaño y además guiri, curioso que casi todos los asesinos en serie sean de Estados Unidos. -Se ríe como hiena y a mí me dan ganas de estrangularla como Homer a Bart por hablar así de mi hombre-. Lo digo porque este tipo está musculoso y además es militar y estuvo encima en la guerra de Irak combatiendo, lo saben de lo poco que le han sonsacado a veces. Y según cuenta Ramón, suele lanzarles miradas serias y desagradables. Entonces pensó que quizás este le había robado el coche o que hasta te había hecho algo a tí. Se preocupó hasta por tí porque no te veía.

Sí claro, cuando me caí por aquella ladera no estuvo cerca para socorrerme.
Si mi madre supiera que aquel a quien tanto crítica me ha hecho el amor le da un infarto de verdad.

-Yo estoy bien, me vine porque no soporto ese ambiente.

-¿Te rechazó sexualmente verdad? -me pregunta mi madre con mirada de avispa, esta es más lista que Einstein.

-Sí, intenté seducirlo, por mucho que digas que estoy gorda tampoco me noto tan gorda, hasta me siento como Marilyn Monroe. -Admito y me sorprendo por mi inesperada alta autoestima, que un hombre me trate como si fuera una obra de arte me ha cambiado mucho.

Mi madre se ríe a carcajadas como si le hubiera contado un chiste.

-A ver, eres algo guapa de cara porque la heredaste de mí. Pero tu cuerpo es el de una foca. Por eso te tienes que venir conmigo para las operaciones. Verás como así Ramón volverá a acostarse contigo.

-Está bien mamá, saca cita -digo cansada.

-Esa es mi hija -me abraza.

Lloro cuando se va, esta mujer consigue siempre deprimirme más de lo que ya lo estoy. Me tomo varias copas de whisky, extrañando las caricias de Rick y sus palabras llenas de amor y deseo.

No demasiado vieja para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora