Un sonido agudo llenó el aula. Era el sistema de altavoces de la escuela, que se activaba para dar un anuncio.
La voz que se escuchó era clara y autoritaria, rompiendo la concentración de todos los presentes.
"Kurokawa Makoto, por favor, diríjase a la oficina del director Sakayanagi inmediatamente."
El murmullo se extendió por la clase casi al instante, y todas las miradas se dirigieron hacia mí. Mantuve una expresión inmutable.
No había sorpresa ni preocupación en mí; ya sabía que no habían mencionado mi nombre sin una razón de peso, pero cualquier atisbo de ansiedad estaba perfectamente bajo control.
Me levanté de mi asiento con calma y me dirigí hacia la puerta.
Sentí las miradas de mis compañeros clavadas en mi espalda, pero no les presté atención.
Mi mente ya trabajaba en varias teorías sobre lo que podría estar esperándome en la oficina del director.
¿Podría ser que mis acciones ya habían llamado la atención de la administración? ¿O tal vez había alguna otra agenda oculta en juego?
Caminé hacia la oficina del director con la misma indiferencia y elegancia que había demostrado desde mi llegada.
Los pasillos estaban en su mayoría vacíos, lo que me permitió reflexionar en paz. Aunque la llamada había sido pública, el hecho de que me llamaran tan pronto era inusual.
No podía descartar la posibilidad de que mi presencia ya estuviera generando un impacto más allá de lo que había anticipado.
Al llegar a la puerta de la oficina del director, ajusté mi uniforme para asegurarme de que mi apariencia fuera impecable.
Luego, toqué la puerta tres veces con firmeza.
"Adelante," respondió una voz tranquila desde dentro.
Abrí la puerta y entré.
La oficina del director Sakayanagi era tan lujosa como esperaba.
Muebles elegantes, estanterías repletas de libros antiguos, y una vista panorámica de los jardines de la escuela desde la ventana.
Detrás de un gran escritorio de caoba, estaba el director Sakayanagi, el padre de Arisu y un viejo conocido.
Un hombre de mediana edad, con cabello canoso, que me recibió con una sonrisa amable en su rostro.
Cerré la puerta tras de mí y avancé sin vacilar hasta situarme frente al escritorio del director.
Nuestras miradas se encontraron, la suya amable, la mía tranquila.
"Makoto-kun," comenzó el director Sakayanagi, su voz resonando en la sala.
"Tiempo sin verte". Sonrió.
"Me alegra tenerte en esta escuela. No esperaba que actuaras tan rápido, pero conociéndote, era de suponer."
Sonreí, sabiendo que tenía la ventaja.
"Es todo gracias a usted, señor Sakayanagi. No habría venido a la escuela si no me hubiera convencido."
Negó con la cabeza, con una expresión modesta en su rostro.
"Jaja no, no, quien tomó la decisión fuiste tú y me alegro."
Su semblante se tornó más serio, y supe que la conversación estaba a punto de tomar un giro interesante.
"Pero te llamé aquí para hablar de otra cosa."
Ya se hacía dónde va esto.
"Tu llegada a esta escuela no ha pasado desapercibida, y parece que ya has empezado a dejar tu marca en la Clase B."