Capítulo VII.

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Era el último día de Adriana en Italia, y no se iría sin antes irse de fiesta y ver a lindos italianos intentar ligar con ella. Después de todo, se había encontrado a Lando en el hospitality de Mclaren y este le había anunciado de que él y junto a otros pilotos se irían de fiesta a un club privado en la ciudad. No podía negarse a esa fiesta.

Eran las ocho de la noche y Adriana estaba finalizando sus últimos arreglos.

Frente al espejo de la habitación del hotel, se ajustaba su mini falda. Se dio la vuelta para ver si dejaba asomar de más bajo los pliegues y sonrío cuando se dio cuenta que enseñaba lo necesario —y que dejaría a más de otro deseando ver más.

La puerta sonó, haciéndola brincar como si todavía tuviera dieciséis y estuviera escapándose para las fiestas que hacían la gente de su escuela en la marquesina de alguna casa. 

—Pasa —Adriana dijo, dándose la vuelta para rebuscar entre sus maquillajes.

—¿A dónde vas? —Max frunció su ceño mientras se sentaba en la cama. Tenía una polo blanca, semi desabotonada, como la que llevaba aquella noche que lo conoció.

—¿A dónde vas? —Adriana contraatacó por encima de la música de reggaetón que salía de su teléfono. No era de escuchar ese género de música a diario, solo cuando se arreglaba para salir a beber con sus amigas, o sea, Sierra, o cuando estaba maquillándose en los backstage del club en el que trabajaba.

—Con Checo a salir —Max respondió mientras Adriana le ponía pausa a la música.

La latina se volteó para buscar sus aros plateados, y también para colocarse unas pulseras de plata, las cuales combinaban con su top que parecía estar echo de escarcha. Max se detuvo a verla por unos instantes, viendo como el cabello caía en su espalda como si se tratara de un velo negro.

—Yo saldré también —Adriana dijo, señalándolo con un gloss de labios—. Dicen que no conoces a la ciudad realmente hasta que no sales de noche.

—Nadie dice eso —Max refutó, levantándose. Se tropezó con unos tacones negros, los cuales Adriana usaría—¿Y quién cuidará a Penny? —preguntó. Los ojos de Adriana lo encontraron a través del espejo.

—Pues tú —contestó Adriana con obviedad—. Los finde son mis días libre, y si te recuerdo, hoy es domingo. Escucha, Max, quisiera cuidar a Penny pero es mi último día en Italia y apenas siento que he conocido el lugar.

Max se quedó callado. Adriana tenía razón, todavía estaba libre.

—Además —Adriana se sentó en la cama para colocarse los tacones—, ¿qué no estabas molesto por la carrera? —enarcó una ceja.

—Sí, pero no significa que no pueda salir a divertirme con mis amigos.

Una notificación hizo sonar el teléfono de Adriana, y esta sonrió al verla.

off to the races  🃖  max verstappen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora