Prólogo.

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México.

Fecha desconocida.

Tenía la garganta cerrada.

El corazón desbocado.

Y la respiración me faltaba.

Por más que intentaba correr, el dolor punzante en cada parte de mi cuerpo, no me lo hacía fácil. Lo intentaba, intentaba huir de él, salvarnos y sobrevivir, pero el dolor no me dejaba.

Me hacía débil y lenta.

Las peores cosas porque me dejaban totalmente a su merced.

Caí sobre mis rodillas cuando el dolor se volvió mucho más insoportable que antes. Jadeé de dolor y cerré los ojos con fuerza.

Tenía que sobrevivir.

Tenía que aguantar hasta que él regresara.

Él dijo que iba a regresar.

Dijo que estaríamos a salvo.

Sabía que así iba a ser.

Pero para eso tenía que seguir luchando por nosotros hasta que regresara.

―Eres fuerte, puedes hacerlo ―susurré, buscando mis pocas fuerzas para conseguir levantarme y seguir corriendo por la selva húmeda y pegajosa.

Me apoyé en uno de los arboles antes de empezar a correr de nuevo. Podía escucharlo detrás de mí siguiendo mis pasos tan apresuradamente, con todas las intenciones de no dejarme escapar de nuevo.

No iba a dejarme escapar ahora que sabía que estaba viva.

Venía a matarme.

A quitarme todo.

Otra punzada de dolor me recorrió el cuerpo entero, por lo que no pude evitar caer y rodar por una pequeña colina llena de lodo resbaladizo. Mi cuerpo impactó con otro árbol, por lo que no dudé en quejarme de dolor, en gritar por el dolor asfixiante que había llenado cada parte de mi ser.

Respiré agitadamente.

Las lágrimas salieron disparadas de mis ojos.

Pronto pude ver sus pies frente a mí, por lo que negué frenéticamente mientras más sollozos escapaban de mí.

―No, no, no ―Sollocé―. Aléjate de mí.

―¿Alejarme? ¿Después de lo mucho que me costó encontrarte? ―Se burló de mí―. Que estúpida fuiste al pensar que te ibas a poder esconder toda la vida de mí. Sabes muy bien que pase lo que pase, yo siempre voy a encontrarte.

Esta vez no iba a dejarme escapar con vida.

Lo sabía perfectamente.

El juego de Lucifer. Parte II.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora