Hay momentos en los que ni tu propia madre está para ponerte esa curita en la herida más grande que te pudieron provocar algunas personas o tú misma, y otras veces provocadas por esa persona que decidió engendrarte. A veces miro todo lo que han hecho y no hago más que cargar con una mochila de rencor, ira, dolor y muchos más sentimientos en los que cuestiono si es necesario tener a esa mujer que causó tantos agujeros en mi cuerpo, como si este fuera un alfiletero al que podía poner una y otra vez los alfileres. Cada vez que va poniendo uno sobre mi cuerpo, le va pidiendo perdón, como si el cuerpo y la mente no se desgastaran de tantos puntazos que le dieron. Por eso, mi pregunta es: ¿Está mal no perdonarlos? Dejando pasar que me usaron de alfiletero toda una vida hasta el día de hoy que luchan por deshacerse de mí, pero irónicamente dicen que me quieren.