Capitulo 05

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[Un mes después]

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Leehan dejó el celular a un lado y salió de su departamento en busca de algunas cosas que aún no había traído desde su antigua casa

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Leehan dejó el celular a un lado y salió de su departamento en busca de algunas cosas que aún no había traído desde su antigua casa. No había pasado mucho tiempo desde que se había independizado, y entre los objetos pendientes estaba una pecera que su abuela le había regalado. Era muy especial para él, ya que ella había sido la persona que le enseñó a amar a los peces.

Al llegar a donde le entregaban sus pertenencias, agradeció al hombre que le traía sus cosas. Este, amablemente, le preguntó si necesitaba ayuda para subirlas, pero Leehan, con una sonrisa confiada, le dijo que no se preocupara, que él podía manejarlo. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que había cometido un gran error: la caja con sus cosas era mucho más pesada de lo que esperaba.

Suspiró y miró hacia las escaleras, sabiendo que solo tenía que subir un pequeño tramo para llegar al ascensor. Pero ese corto trayecto se estaba convirtiendo en todo un desafío.

—¿Por qué pesa tanto? —se quejó, casi para sí mismo.

Justo en ese momento, alguien más empezó a subir las escalera, era su vecino. Aunque no planeaba pedirle ayuda directamente, esperaba que, al menos, mostrara un poco de compasión. Pero su vecino pasó de largo, ignorándolo por completo.

—¡Ayúdelo, joven! ¿No ve que no puede solo? Estos chicos de hoy en día... —dijo una vecina mayor, que había presenciado todo.

—¿Y por qué no lo ayuda usted? —respondió el vecino con una mezcla de desprecio y desgano, sin siquiera mirar a la mujer.

Leehan, incómodo con la situación, quiso intervenir para evitar una discusión innecesaria. No quería que nadie peleara por su culpa.

—Yo... yo estoy bien. No se preocupen —intentó decir apurado por evitar más tensión.

—Yo tengo las manos ocupadas —dijo la vecina, alzando las bolsas de compras para que todos las vieran, como si eso fuera suficiente razón para no ayudar.

Antes de que Leehan pudiera insistir en que no necesitaba ayuda, Taesan, visiblemente molesto, se acercó y, sin decir nada, tomó un lado de la caja. Juntos subieron los pocos escalones restantes en silencio. Leehan, más avergonzado que agradecido, no sabía qué decir, y el contrario parecía no tener ningún interés en conversar.

Finalmente, llegaron al ascensor y subieron juntos hasta el piso de Leehan. Ninguno de los dos pronunció una palabra durante el trayecto. Una vez que entraron al departamento de Leehan, él intentó disimular su incomodidad y agradeció con una voz baja.

—Gracias por ayudarme... —murmuró, evitando el contacto visual.

Para su sorpresa, Taesan no se fue de inmediato. Leehan, por su parte, comenzó a abrir la caja para ver si todas sus cosas estaban bien y sacó la pequeña pecera que le gustaba tanto.

—¿Te gustan mucho, verdad? —preguntó de repente al ver la pecera.

Leehan, un poco sorprendido por la repentina pregunta, asintió. Aunque era bastante obvio que le gustaban, ya que en las charlas que habían tenido este último tiempo ambos habían conversado bastante sobre esto.

—Sí, mucho.

Taesan, con una leve sonrisa que no le llegó a los ojos, tomó la pecera que Leehan ya había sacado de la caja. Después de mirarla un rato con una expresión que Leehan no logró descifrar, le tendió la pecera, pero antes de que Leehan pudiera agarrarla con firmeza, Taesan la soltó bruscamente.

La pecera se estrelló contra el suelo con un fuerte crujido, y fragmentos de vidrio volaron por todas partes. Uno de ellos se clavó en la mano de Leehan, haciéndolo soltar un leve sonido de dolor mientras retrocedía, mirando incrédulo la escena.

Taesan lo observó con frialdad y, encogiéndose de hombros, dijo:

—Ups.

Se giró para marcharse, pero antes de salir por la puerta, lanzó una última frase sin volver a mirarlo.

—Espero que con esto dejes de molestarme.

Y con eso, se fue, dejando a Leehan paralizado entre la sorpresa, el dolor y la confusión.

¿Acaso era bipolar ese hombre? Leehan ya no tenía ganas de seguir aguantando un día su amabilidad y al siguiente su desprecio. No era una accesorio que solo te gusta cuando combina con lo que llevas puesto, no.

Recogió el vidrio del suelo después de curar la pequeña herida en su mano, que no se comparaba para nada al dolor que le había causado la indiferencia de Taesan.

Decidió tomar sus cosas y se dirigió al único lugar al que sabía que podía ir sin importar la hora: la casa de su mejor amigo. Por ahora no quería cruzarse ni por casualidad con su vecino.

will you like me today? | mini auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora