Julio llegó a la casa de Muriel y tocó el timbre. Ella abrió la puerta con una sonrisa y se encontró con Julio, que llevaba un suéter de rayas grises con negras y pantalones negros, y tenía una mirada amable y un brillo en los ojos que la hizo sentir nerviosa. "Hola", le dijo él, dándole un abrazo. "Hola", respondió ella.
Caminaron juntos hasta el restaurante, disfrutando del sol y la brisa fresca. Mientras caminaban, Julio le preguntó sobre su día y ella le contó sobre su mañana. Llegaron al restaurante y se sentaron en una mesa en el centro del restaurante. "¿Qué te gustaría pedir?", le preguntó Julio. Ella miró la carta y dijo: "Unos spaghettis con pollo". Julio sonrió y dijo: "Excelente elección. Yo voy a pedir también unos spaghettis pero con costillas de cerdo y dos gaseosas, por favor".
La comida llegó y se sentaron a disfrutar de su almuerzo. Mientras comían, una chica se acerca a Julio, sonriendo de manera coqueta. "¡Hola, Juli! ¡Qué sorpresa verte por aquí!", dijo la chica mirando a Julio con ojos seductores. "Hola Marisa", respondió Julio con tono educado y reservado. "¿Qué planes tienes para más tarde?", preguntó la chica, sin darse cuenta de que Julio estaba acompañado. "Ya tengo planes", respondió Julio, señalando a Muriel con un gesto. "Ahh, ¡genial! Me encantaría juntarme con ustedes", dijo la chica, extendiendo su mano para saludar a Muriel. "Lo siento, pero prefiero pasar tiempo a solas con Muriel", respondió Julio con un tono firme. "Juli, eres un verdadero misterio, prefieres pasar tiempo con ella que conmigo. Tienes suerte de que él te haga sentir especial, pero también me intriga el por qué no quieres pasar tiempo conmigo".
Muriel mientras tanto pensando: "¿Por qué está chica tiene que venir a coquetearle a Julio justo ahora? ¿No puede ver que estamos en medio de un almuerzo?". Esto la hace sentir un poco molesta.
"Lo siento, Marisa. Estamos almorzando. ¿Podrías disculparnos?", le dijo Julio con un tono serio. "Es cierto, lo siento. Pero prométeme que nos veremos pronto", le dice la chica, poniendo una de sus manos en el hombro de Julio. Julio se siente cada vez más incómodo y responde: "Sí, claro. Hasta pronto, Marisa". Marisa sonríe de manera coqueta y le responde: "Hasta pronto, Juli... ¡Que tengas un buen día!", antes de marcharse.
Julio y Muriel continuaron comiendo, disfrutando de su comida y de la compañía del otro.
Después de almorzar, Julio sugirió ir a una cafetería cercana. Ella aceptó y se sentaron en una mesa acogedora dentro de la cafetería.
"¿Qué otras cosas te gustan?", preguntó Julio. "Bueno, me gustan las flores", respondió ella, sonriendo. "¿Las flores?", preguntó Julio, sorprendido. "Sí, me gustan", respondió ella. "Supongo que nunca había pensado en eso. Pero, ¿sabes qué? Nunca recibirás flores de mi parte". No me gustan. Me parecen un detalle muy... muerto, ya que se usan para decorar funerales y cementerios. Prefiero los detalles más... vivos, como los peluches", respondió Julio.
Continuaron hablando, hasta que ella se fijó en la hora y se dio cuenta de que ya era hora de irse. "Lo siento, Julio, pero debo irme", dijo ella, levantándose de su silla. "Recuerda que tengo horarios de llegada". Julio la acompañó a casa, caminando junto a ella en el fresco anochecer. Cuando llegaron a la casa de ella, Julio se detuvo en la puerta y se volvió hacia ella. "Gracias por el día", le dijo Julio, sonriendo. "Me divertí mucho", le dijo Muriel. "Hasta pronto", le dijo Julio. "Que tengas una buena noche". "Hasta pronto, Julio", le dijo. "Igualmente para tí". Y con eso, Julio se fue, con una sonrisa en su rostro.
Ella se dio cuenta de que estaba empezando a sentir algo por Julio, y se preguntó si él sentía lo mismo. Pero por ahora, solo se alegraba de haber encontrado un amigo en él.
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EL AMOR QUE NUNCA FUE
RomanceEn el umbral de la memoria, donde el pasado y el presente se entrelazan, se encuentra la historia de un amor que dejó de ser recíproco. Un amor que nació con la intensidad de un huracán y se desvaneció como el eco de un susurro. Un amor que dejó hue...