Harry no estaba ni mínimamente contento, pero ya no podía retractarse, no a estas alturas en las que de brazos cruzados apoyado contra el umbral de la puerta de la habitación de Louis y unos celos haciendo estragos en su interior a medida que veía a su bonito novio modelar frente al espejo una preciosa minifalda de tablones blanca que dejaba poco a la imaginación, ha tenido que tragar grueso apretando la mandíbula cuando sus ojos le traicionan para recorrer esas torneadas piernas largas y bronceadas que ha tenido previamente alrededor de la cintura esta mañana, y debe apartar la mirada antes de poder perder lo poco que queda de su autocontrol en esos apetitosos muslos que disfruta tanto de morder y besar y que ahora se escondían con ligereza bajo la suave tela de una preciosa minifalda de diseñador que pagó hace unas semanas atrás durante unas vacaciones en Milán como parte de un capricho que no podía negar, se ajustaba demasiado bien a la pequeña cintura de Louis resaltando su figura.
"—¿Te gusta, Daddy? —" Louis le había preguntado tomando su mano para que lo hiciera girar como a una delicada bailarina y así lo hizo, con la entrepierna dura y los celos desgarrándole el pecho por dentro admiró su pecaminosa belleza, el borde de la falda ondeándose a consecuencia de los giros exponiendo sus muslos, pero los celos tampoco desaparecieron ni siquiera cuando le dijo que solo por hoy él lo llevaría hasta la universidad.
Sin importar que tan difícil le resultase no dejar a la deriva sus fantasías más perversas ahora que Louis se ha arreglado tan coqueto para la universidad, debe hacer un esfuerzo mayor para no hacer pedazos entre sus manos el volante ante la idea de que no se ha arreglado únicamente para él y los nudillos se le tornan blancos resaltando las venas de sus anilladas manos ahora que últimamente no ha podido frenar esos celos enfermizos por los que está perdiendo totalmente la cabeza, los mismos que lideran sus anhelos más oscuros, esos arraigados al desenfrenado deseo carnal que cierto muchacho despierta en él, la irremediable necesidad de marcar cada parte de su cuerpo, hambriento por poseerlo con una enfermiza regularidad que pese a la existencia previa de un pacto de pertenencia mutua no debería existir ahora que Louis ya porta un anillo de matrimonio que lo certifica como parte su propiedad, el mismo anillo que siente contra su mejilla cuando su pequeño novio acuna su rostro entre sus manos para juntar sus labios en beso tierno que Harry no va a permitir.
No cuando tiene en el centro del pecho esta nociva necesidad que crece sin medida ahogándolo ahora que los celos toman por completo el control de su raciocinio y su mano se aferra a la nuca de Louis impidiéndole alejarse, demandando más cercanía de la que pueden permitirse dentro de un auto aparcado en un estacionamiento público, pero que al mismo tiempo es el menor de sus problemas cuando no parece tener suficiente del adictivo sabor de su muñeco coqueto con el chasquido de sus besos sonando en sus oídos y sonríe cuando ahoga contra sus labios el gemido que deja escapar de entre sus cuerdas vocales siendo la exquisita melodía que acompaña el violento vaivén de sus lenguas llenando el silencio del auto.
Es inevitable no querer ser el único dueño de sus pensamientos, de no ser acreedor absoluto de cada parte de su cuerpo cuando su piel osa guardar cierta sensibilidad que puede resultar peligrosa para los hombres que, como él, se derriten ante la idea de ser capaces de marcar cada trozo de piel de todas las maneras posibles reluciendo unas marcas hechas con un solo propósito: reclamarlo de su completa autoría, cuando sus labios se mueven con violencia sobre su cuello, mordiendo y chupando más ahora que no está ni mínimamente contento respecto al hecho de que ya no será el único en verlo modelando esas bonitas faldas y mucho menos que tendrá que codearse con otros hombres haciéndoles creer a sus compañeros de clase que tienen una oportunidad con él cuando Louis no es una persona sin compromisos.
Una sonrisa traviesa surca sus labios cuando su mano derecha cae sobre su muslo, sus dedos acariciando la suavidad de su piel cuando se adentran bajo su falda sintiendo la calidez de su tersa piel.
—¿Estás agradecido, Louis? —indaga el empresario con sutileza separándose y los dedos de su mano trazan unas caricias que deberían ser prohibidas ahora que tienen al muchacho al borde de caer cuando su mano alcanza el interior de sus muslos provocando el despertar de una erección que podría volverse insoportable si continúa tocando así y Louis tiene que resistir las ganas de juntar las piernas.
—Si, Daddy...estoy agradecido de que me estés llevando a la universidad —respondió el muchacho acompañado de un asentimiento de cabeza y Harry asintió, su mano alejándose del cuerpo de Louis para buscar algo en los asientos de atrás y Louis hizo un puchero ante la ausencia de su toque, siendo reemplazado de inmediato por una grata curiosidad cuando observó una caja de terciopelo negro decorada con un listón rojo que el rizado le extendió.
—¿Qué es? —preguntó acomodándolo en su regazo y Harry reprimió la sonrisa que amenazaban en formar sus labios.
—Ábrelo, cariño. —negó depositando un beso en su sien que duró extrañamente más de lo normal y Louis obedeció sin prisas, tomándose su tiempo para deshacer el listón y destapar la preciosa caja, sus ojos y su boca se abrieron de inmediato frente al pasmo al reconocer un vibrador anal junto a un pequeño control y Louis casi se atragantó al ver el juguete sexual dentro.
—Esto es...
—Parte de tu castigo. —Sentenció y a Louis llegó a parecerle cruel la forma en la que podía hablar del tema sin tanta sutileza, exento de un nerviosismo que a Louis todavía le pesaba en público. —He decidido tu castigo esta mañana. —agregó y Louis palideció ante la insinuación de sus palabras y el juguete en su regazo, el hecho de que la sesión de su castigo no fuera en la privacidad de su casa volvió todo más inesperado, pero hasta cierto punto también había algo prohibido en ello que lo hacía emocionante. — Que te haya dejado salirte con la tuya no cambia que todavía me tienes que obedecer y ahora tienes que devolverme el favor, bebé. —siseo en voz baja, sus ojos encontrándose con los suyos. —Póntelo y muéstrame que tan agradecido estás. —añadió y Louis sintió la humedad de su entrepierna comenzando a molestar frente a la idea de usar uno de sus juguetes en el auto, aunque no podía negar que había algo excitante en llevar el vibrador dentro con su novio manejando entre las calles y al mismo tiempo siendo capaz de controlar las velocidades del juguete en su interior.
Sin embargo, a Louis no lo termina de descolocar la mención de su castigo sino un hecho que Harry también conocía a espaldas suyas, es cuando Harry alcanza su oído para susurrar algo más que hace que su corazón lata con más fuerza cuando su voz acaricia las vocales con una lentitud exquisita.
—Sé que no traes bragas pequeño travieso, así que si ensucias el auto las cosas se volverán un poco más complicadas para ti.
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La Petición de Harry
Fanfiction| Larry Stylinson Fanfic | Daddy Kink | BDSM | ❝ Pertenecer al equipo de porristas ha sido su sueño desde que retomó la universidad y ahora que lo han nombrado capitán del equipo mixto de las porristas Louis está completamente seguro que no va a dej...