Ya estábamos dentro de la casa, pero la atmósfera estaba lejos de ser segura. El viento soplaba fuerte afuera, haciendo que las ramas de los árboles se golpearan contra las ventanas, creando un eco inquietante que resonaba por toda la casa.Las quintillizas y yo nos habíamos asentado en la sala, pero el miedo se reflejaba en sus rostros. Aún podía escuchar el sonido de la gente corriendo y gritando afuera, el mundo tal como lo conocíamos se desmoronaba rápidamente. Las noticias en mi teléfono mostraban imágenes de ciudades en caos, calles vacías y cuerpos cubiertos con sábanas blancas.
Ichika rompió el silencio, su voz temblaba ligeramente, a pesar de su intento de mantenerse firme. "Esto... esto no es real, ¿verdad? Es como una pesadilla de la que no podemos despertar."
Nadie respondió. Era como si las palabras se nos hubieran quedado atrapadas en la garganta. La situación era demasiado surrealista, demasiado abrumadora. La realidad se había transformado en algo que ninguno de nosotros podía comprender completamente.
Finalmente, Nino rompió su silencio. Su voz, normalmente tan decidida y fuerte, sonaba frágil. "¿Qué vamos a hacer si... si no podemos salir de aquí? No puedo soportar estar atrapada, esperando a que algo nos pase."
La miré, intentando ofrecerle algún tipo de consuelo, pero ¿qué podía decir? ¿Qué palabras podían aliviar el terror que todos estábamos sintiendo? "No lo sé, Nino," admití, siendo honesto por primera vez. "Pero no estamos solos. Nos tenemos unos a otros, y eso es lo único que nos queda."
Las lágrimas empezaron a brotar en los ojos de Yotsuba, quien hasta ese momento había tratado de mantener una actitud positiva. "No quiero que nada les pase," dijo, su voz quebrada por la angustia. "No quiero perder a nadie..."
Su declaración me golpeó con fuerza, la crudeza de la situación se hacía cada vez más evidente. "Nadie va a perder a nadie," respondí, aunque mi voz carecía de la seguridad que deseaba proyectar.
Sin embargo, algo en mi tono pareció consolarla un poco. Yotsuba se acercó a mí, y en un impulso desesperado, me abrazó. Sentí su cuerpo temblar ligeramente contra el mío, su miedo era palpable. Respondí a su abrazo, deseando poder absorber parte de su miedo y hacer que desapareciera.
Después de un rato, se alejó ligeramente y me miró a los ojos. "Gracias... por estar aquí," murmuró, su voz apenas un susurro. La sinceridad en sus palabras hizo que mi corazón se apretara con un sentimiento que no podía describir.
El silencio volvió a caer sobre nosotros, solo roto por el susurro del viento y los ocasionales ruidos inquietantes que venían del exterior. La noche avanzaba lentamente, pero el sueño era un lujo que ninguno de nosotros podía permitirse. Todos estábamos demasiado asustados, demasiado conscientes de lo que podría estar esperando al otro lado de las paredes de esa casa.
De repente, un sonido fuerte hizo que todos saltáramos. Alguien o algo estaba golpeando la puerta con una fuerza inhumana. "¿Quién... quién podría ser a estas horas?" susurró Itsuki, su voz temblando de miedo.
"No abras," susurré, intentando mantener la calma, aunque por dentro me estaba desmoronando. "No sabemos qué hay ahí afuera."
El golpeteo continuó, cada vez más insistente. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, el pánico se apoderaba de mí. Las quintillizas me miraron con desesperación, esperando que yo tuviera todas las respuestas, pero yo estaba igual de asustado que ellas.
Finalmente, el golpeteo cesó, dejándonos con un silencio ensordecedor. Todos nos quedamos quietos, conteniendo la respiración, esperando lo que fuera a suceder a continuación.
Fue en ese momento que sentí un nudo en el estómago. Sabía que la situación era desesperada, y que nuestro mundo había cambiado de manera irreversible. Pero también sabía que, sin importar lo que viniera, tenía que mantenerme fuerte, por ellas, por mí. Porque en medio de todo el caos, lo único que nos quedaba era nuestra humanidad, y tenía que aferrarme a eso con todas mis fuerzas.
Esa noche, mientras intentaba conciliar el sueño en un rincón de la sala, los pensamientos sobre el caos exterior y el destino incierto que nos esperaba se mezclaban con la angustia de no saber si todos saldríamos de esto con vida. Antes de cerrar los ojos, un último pensamiento atravesó mi mente, un pensamiento que me heló hasta los huesos: Ojalá todo esto sea un mal sueño...
Gracias por seguir leyendo se que no eh estado activó pero me apoyan que sigan leyendo y votando y desarrollar más la historia, posiblemente en el siguiente capítulo tarde menos no prometo nada ,por qué últimamente eeh salido de viaje y mi celular lo dejo a un lado para disfrutar el paisaje un poco_ agradezco por su apoyo y tengan un lindo día.
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Amigos en el Fin del Mundo
De TodoEn un giro inesperado del destino, tu vida se entrelaza con la de las quintillizas Nakano en el inicio de un apocalipsis zombie. Mientras el mundo se desmorona a tu alrededor, te encuentras decidido a protegerlas a toda costa. Con cada paso, la amis...