MIA
Las semanas que siguieron al enfrentamiento en la bodega trajeron consigo un cambio gradual pero significativo en Alessandro. Lo vi transformarse día a día, como si la pesada carga que había llevado durante tanto tiempo comenzara a disiparse lentamente. La oscuridad en sus ojos se desvaneció, reemplazada por una luz que hacía tiempo no veía en él. El hombre que amaba estaba regresando a mí, más fuerte, más sereno, y más consciente de sí mismo.
Alessandro había puesto fin a la amenaza de Spencer Torwin, un hombre que había dejado cicatrices profundas en su cuerpo y en su alma. Pero lo más importante es que había logrado eliminar las palabras envenenadas de Spencer que lo habían atormentado, purgando finalmente el veneno que Pandora había esparcido en nuestra ciudad. En cada uno de esos días, observé cómo Alessandro se iba curando, no solo físicamente, sino también emocionalmente.
Primero fue en las noches, cuando comenzó a hablar conmigo otra vez. Ya no había largos silencios cargados de tensión; en su lugar, las conversaciones se retomaron como antes, con risas y confesiones susurradas en la oscuridad. Luego, poco a poco, empezó a sonreír de nuevo. La primera vez que lo vi sonreír realmente, con genuina alegría, mi corazón se llenó de esperanza. Y después de un tiempo, Alessandro volvió a la cocina, algo que había dejado de hacer desde que regresó. Verlo allí, preparando nuestras comidas con la misma dedicación de siempre, fue como un rayo de luz en medio de la tormenta.
También retomó su papel como líder de la organización. Lo vi nuevamente en su despacho, discutiendo planes, dando órdenes con esa autoridad natural que siempre había tenido. Los hombres a su alrededor lo respetaban y admiraban, y poco a poco, el Alessandro que conocíamos todos regresó, volviendo a ser el líder implacable y astuto que había sido antes de la tragedia. Pero en casa, conmigo y con Nora, era diferente. Había una ternura en él que antes no se mostraba tan abiertamente. Una suavidad que solo nos pertenecía a nosotras.
Sin embargo, a pesar de todas estas mejoras, había algo que no había regresado: nuestra intimidad. Desde que Alessandro volvió, no habíamos compartido un beso, un abrazo apasionado, ni ningún momento de cercanía física. No me quejaba, sabía que necesitaba tiempo, y estaba dispuesta a dárselo. Pero con cada día que pasaba, mi deseo por él crecía. Empezaba a extrañar sus caricias, sus labios sobre los míos, la conexión profunda que siempre habíamos compartido. Aun así, me mantenía firme, sin presionarlo, porque sabía que él debía estar listo.
Era medio día cuando me encontré en la sala, hablando por el celular con mi madre. Ella estaba entusiasmada, tan feliz que la emoción en su voz era inconfundible. Mis padres habían decidido venir a visitarnos desde el extranjero para conocer a su primera nieta. Era algo que había estado esperando desde el nacimiento de Nora, pero por diferentes razones no habían podido venir antes.
—Mañana por la tarde estaremos ahí, cariño —decía mi madre con una risa contagiosa—. No puedo esperar para tener a Nora en mis brazos. Las fotos y los videos son lindas, pero no se comparan con tenerla aquí, con nosotros.
—Sé lo emocionados que están, mamá, y Nora también lo estará —respondí con una sonrisa, aunque una parte de mí no podía evitar preocuparse. El viaje sería largo, y mi padre, con su marcapasos cardíaco, siempre me preocupaba cuando realizaba estos vuelos tan extensos—. Solo asegúrate de que papá esté bien durante el vuelo, ¿de acuerdo?
—No te preocupes, Mia. Todo estará bien —me aseguró mi madre, notando la preocupación en mi voz—. Hemos tomado todas las precauciones necesarias.
Después de unos minutos más de charla, finalmente colgué, sintiéndome un poco más tranquila. Me di la vuelta y vi a Nora en el suelo, sobre una manta. Estaba rodando un poco, tratando de alcanzar su juguete favorito: el pequeño pingüino de peluche que tanto adoraba. Mi corazón se derritió al verla tan determinada, sus pequeños brazos y piernas moviéndose con energía. A pesar de tener solo unos meses de vida, Nora era increíblemente activa, siempre explorando el mundo a su manera.
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La Sombra Del Anillo
RomanceAl despertar la mañana siguiente, Mia se encuentra en una habitación desconocida, compartiendo la cama con el hombre del bar. La sorpresa no termina ahí: ambos llevan argollas de matrimonio en sus dedos. Desconcertada y con resaca, intenta recordar...