Dos

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Era una habitación pequeña para el gusto de Gojo pero estaba lo suficiente excitado para ignorarlo, ambos hombres mantenían sus manos inquietas en las prendas del otro buscando así un alivio ante sus ansias de placer. El aire se volvía más pesado y sensual conforme el sonido de sus labios chocar resonaba con mayor intensidad.

-Quítate la ropa- el primero en hablar fue Yuuji y sin esperar respuesta del otro de un solo tirón el abrigo del albino cayó al suelo junto con uno que otro botón de su propia camisa.

-Tan impaciente como siempre- afirma y de golpe atrapa ambos glúteos del menor en sus manos desnudas dando así un apretón tan fuerte que probablemente dejaría marca por unos cuantos días. -Sin embargo, aquí el que manda soy yo- separa sus cuerpos al instante al terminar su frase.

Los ojos dorados de Yuuji lo ven con tintes de confusión y excitación, el menor es obligado a dar media vuelta dejar su culo al aire aun con la ropa puesta, pero no por mucho tiempo ante la mirada hambriento de Gojo.

Un golpe junto con otro suenan por la habitación y el pelirosa siente el ardor en los cachetes de sus glúteos incrementar, lloriquea por un segundo y por impulso se aleja del otro.

-Mierda...-susurró temblando y el cuerpo del mayor se cierra más a él.

-Quieto- ordena para después pegar su virilidad entre las raya del culo del otro. -¿Listo para ver el cielo?- pregunta conociendo la respuesta y sin embargo esta no llega para su propia satisfacción.

Toma con su mano el cuello del otro y lo asfixia con levedad, dejando así más claro el deseo de que su pregunta sea contestada.

-¡Si!- grita Yuuji con dificultad junto con un hilo de saliva caer en la comisura de sus labios ya hinchados.

-¿Si, que? se claro- le regaña mientras aprieta con mayor fuerza el cuello del otro, y esto solo hace que su verga se endurezca más al sentir el cuerpo del menor temblar con fervor.

Oh, pero no sería tan divertido si la otra parte sólo obedeció dócilmente y para fortuna de Gojo aquel joven entre sus manos era una joya pura para la seducción.

-Si, quiero tu verga gorda hasta el fondo de mi garganta- responde girando levemente su cara y así mirar el cielo nocturno de los ojos del albino. -Dámelo todo Gojo-sama- agrega batiendo sus pestañas mientras le regala una sonrisa coqueta de lado.

-Eres la puta perfecta- dice excitado.

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Su relación era extraña, pero no por eso menos divertida o bueno eso creía Yuuji al recordar sus encuentros con aquel hombre de enigmáticos ojos azules. Y aunque su primer encuentro estuvo fuera de lo común, no se comparaba con lo que estaban viviendo estos instantes.

Así que al toparse nuevamente, pero esta vez en una situación mucho más rara de lo normal los dejo con la boca entreabierta y con muchas dudas entre ambos. Ahora lejos de estar metidos entre las sábanas de cualquier hotel de la zona norte de la ciudad se hallan en un auto particular rumbo a la nueva escuela de Yuuji.

-¿Quien iba imaginar que de ser mi hoyo predilecto, seras ahora mi alumno?, bastante cómico no Yuuji-chan- afirmó esto último mirando sobre la tela de su antifaz al joven al lado suyo.

-Cierra la boca Gojo, solo lograras incomodar a Itadori- habla rápido Megumi tras presenciar el inusual comportamiento por parte de su tutor, sin embargo el pobre del pelinegro desconocida el pasado de ambos y por ende no sabia que fuera de ser algo descabellado lo que decía Gojo, resulta ser una rotunda verdad.

-Gracias Fushiguro, pero no te preocupes estoy acostumbrado a lidiar con gente como Gojo-san- le responde siendo parcialmente sincero ya que de lo único que está acostumbrado son las descaradas caricias y palabras sucias que el mayor le dedica a la mínima provocación.

-Pero que malo eres Yuuji....- contestó con falso dolor mientras mostraba esa sonrisa tan característica suya. -¿Y dime siempre tienes la costumbre de meterte cualquier cosa a la boca?- pregunta sin desperdiciar la oportunidad.

Megumi lo ve junto con Ichijo con cierta preocupación y asco, pero para sorpresa de todos Yuuji solo ríe ante el comentario.

-Le sorprendería saber todo lo que me puedo meter, ¡Oh estoy seguro que eso le encantaría saber!- se burla sin disimular, mirándolo directamente con ese brillo particular que Gojo solo conoce.

Gojo por su parte cubre su boca con una de sus manos para así evitar decir una que otra cosa que vuelva el ambiente más incómodo a los ajenos a la conversación y su trasfondo.

-Tan travieso...- musita feliz para sí mismo mientras imagina el mundo de posibilidades que tiene, ahora que su lindo culito preferido estaría las 24 horas del día a su disposición.

Las caras de los dos pelinegros se mezclan entre asco, confusión e incredulidad ante la situación que se presenta enfrente suyo.

Simplemente CasualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora