Los lazos del destino. 1/3

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Johan caminaba de vuelta a casa, su madre le había dicho que luego de sus clases, debía volver de inmediato para ayudarla con la mudanza.

Pronto todo en su vida cambiaría, tras la reciente muerte de su padre, su madre se vio endeudada, y al no poder pagar la renta de la casa, procedió a mudarse.

A él no le molesta mudarse. Todos los momentos vividos, los cariños, los recuerdos con su padre se hallaban en esa casa. La falta de su padre le provocaba un dolor inexplicable, a pesar de sus diez años, él entendía a la perfección la situación.

Mientras se hallaba contemplando la luz que se escapaba por entre las ramas de los árboles del parque, el ocaso se hacía más vidente; y en medio de ese escenario se oyeron gritos que rompieron el aire romántico de momento.

Adentrados en el parque, unos niños de unos doce años, golpeaban e insultaban a lo que parecía ser una pequeña niña.

Johan, decidido, se acercó corriendo hacia estos.

-¡Hey! ¿Qué creen que hacen?- gritó con todas sus fuerzas.- ¡Déjenla en paz!

Johan se abalanzó como una fiera sobre uno de ellos, los demás se quedaron boquiabiertos. Él, sin esfuerzo, le aplicó una llave. Había concurrido a clases de karate, tras muchos años de abusos por parte de sus compañeros. Lo trataban diferente por el pronunciado rojo de su cabello y el brillante amarillo de sus ojos. 

-¡P-para!- gritó el agresor, a punto de llorar.- ¡Me vas a romper el brazo!

-Lo hubieras pensado antes de golpear a una niña. – Johan lo soltó, y este, arrastrándose por el suelo, emprendió la corrida con su grupito de abusadores.

-Mejor así- dijo Johan, triunfante.

Se volteó y vio a la niña sollozando, sentada en el suelo. Su frente sangraba, aunque brevemente. Estaba vestida con unas zapatillas rojas, unos vaqueros y una camisa rosa. Su cabello era de color negro azabache, tapaba sus ojos fuertemente con sus dos brazos, protegiéndolos de los golpes.

-Tranquila – dijo Johan, acercándose a ella y acariciando su cabeza. – Ya se fueron, no hay nada que temer.

La niña lo miró a los ojos, unos hermosos ojos verdes se posaron en los de él. Johan se sonrojó, feliz de haber ayudado a tan bella niña.

-¿Por qué te estaban molestando?- le preguntó Johan, realmente intrigado. ¿Cómo alguien podría hacerle daño a tan bonita niña?

-Es que- dijo ella, tímidamente. Su voz era...- me molestan por la forma en que me visto...

-Tu- tu eres...- comenzó Johan, sorprendido.

-Si... No soy una niña, si eso es lo que piensas... Soy niño.- Inquirió él, con una sonrisa avergonzada.

-A-ah... Lo siento, creí que eras una niña todo el tiempo.- Dijo Johan, rascándose la cabeza.- Es que no es normal...- comenzó. Al decir esto, la "niña" comenzó a llorar nuevamente. - ¡No! ¡No! ¡No es lo que quise decir...! Eh... ¡Me parece bien! Mientras te guste, puedes vestirte como desees, y nadie tiene derecho a juzgarte...

-Es que...- dijo él, entre lágrimas.- Yo no visto así por gusto... Solo lo hago por mi madre... Bueno, eso es lo que dice mi padre...

-¡Te obligan a esto!- gritó Johan, enfurecido. - ¡Como se atreven!

-No... Está bien. Mientras mi madre sea feliz, yo igual lo soy.- dijo él, sonriendo medianamente.

Johan lo contempló con pena unos minutos... "Aún siendo un niño... Es lindo."

One Shoot (Yaoi/BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora