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LA SEGUNDA SEMANA

Tengo a mi Ángel en una jaula, en realidad: en el almacén donde está la réplica exacta de su habitación. Ha pasado una semana desde que lo tengo en mi círculo, donde puedo verlo siempre y sobre todo: controlarlo.

Esta es la segunda semana, y más que nada lo he estado drogando para que se quede tranquilo, no hay alguna razón aparente, pero mi corazón se removía con desesperación por tener una prueba de lo que será tenerlo siempre conmigo, porque sí; es una pequeña probada de lo que serán mis últimos días con él.

Al menos una vez al día iba y lo visitaba, por lo general estaba en su habitación o en la sala, sentado o dormido, no hacía mucho y se la pasaba simplemente existiendo. No le veía lo malo, ya que estaba descansando, la gran mayoría del tiempo cuando estaba en su realidad se la pasaba estresado por cosas que no debería de estresarse, mi Ángel no debería tener ningún sentimiento negativo en su cuerpo, ninguna pizca de estrés o tristeza, mi Ángel no nació para eso, mi Ángel nació para ser un príncipe y después convertirse en rey.

Mi Ángel nació para poder recibir.

Mi Ángel nació para pedir.

Mi Ángel es mi amor y devoción.

Podría ser capaz de matar a quien sea necesario para tenerlo a mi lado y que no haya preocupación en su rostro nunca más.

Soy capaz de quemar el mundo entero y mudarnos a otro planeta con tal de tenerlo a mi lado.

Siento mucho, por mi cuerpo me recorre el sentimiento de amor y obsesión. Soy un alma obsesionada que vaga por el mundo buscando una luz con la que entretenerse y colocar toda su atención y existencia; esa luz es él.

Esa luz es Sergio Michael Pérez Mendoza.

-Mi Ángel...- Mi voz salió con anhelo y suspiró, con cariño y devoción tal cual como debería de ser tratado- Ya estoy aquí.

Sus ojos marrones me miraban, podía notar sus ojeras y su mirada desviada, me miraba con tanta atención que un escalofrío pasó por mi espalda al pensar lo que podía ver a través de mí y mis pensamientos.

Pero no recibí respuesta de su parte, lo que me hizo sentir insuficiente, insuficiente de su atención, de su voz, de sus palabras.

Pero no recibí respuesta de su parte, lo que me hizo sentir insuficiente, insuficiente de su atención, de su voz, de sus palabras

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ACTUALIDAD

Mi cuerpo se sentía pesado, como si hubiera dormido por décadas, y por fin estuviera levantándome. Mi espalda tronó al estirarme tratando de encontrar consuelo al despertar, pero una oleada de miedo y preocupación me recorrió al no estar en mi habitación.

Tal cual, como un siervo bebe, temblé ante la posibilidad de estar en casa desconocida y me levanté para detallar la habitación.

No era ni muy grande ni muy pequeña, era un cuarto de tamaño "mediano" en donde no había mucha decoración ni muebles. Había una cama que era donde estaba yo acostado hace unos momentos, el piso era de madera oscura del cual no sé en específico su nombre y al lado de esta: una mesita de noche de color grisáceo y con ventanas grandes que dejaban ver el exterior: estas solo estaban colocadas en dos de las paredes de la habitación, había dos puertas en las que suponía una daba al baño y la otra a la salida.

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⏰ Última actualización: Aug 23 ⏰

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