Prólogo

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Terra, la capital del imperio de la humanidad y la cuna de esta especie, antaño fue un mundo de vivos colores, hoy solo es un páramo dorado sin recursos, en este planeta el Imperio nació y con el La Gran Cruzada, en este planeta la Herejía de Horus vio su final, el planeta donde La Bestia tuvo como objetivo principal de su wagh, el hogar de los Adeptus Custodes, de las Hermanas de Batalla, de los Puños Imperiales, del Viejo Centenar, pero sobre todo, es el hogar donde El Dios Emperador descansa de su batalla contra el Architraidor Horus Lupercarl.

En la actualidad Roubute Guilliman tras las Guerras de la Plaga se ha dirigido nuevamente a Terra, buscando desesperadamente la veloz movilización de todas las tropas de Terra en dirección a la mayor flota tyranida vista en toda la historia de la galaxia en el sector Pacificus, buscando auxiliar a las fuerzas del Lord Solar Leontus cuya estrategia se ha visto superada por una bionave no contemplada.

"Por favor, padre si me escuchas, te ruego que Leontus resista hasta mi llegada."

El primarca decía en sus pensamientos, observando la ahora dorada superficie de Terra desde el puente de mando de su nave insignia "Honor de Macragge", la cual entraba a la atmosfera del planeta, los servidores de la nave teclean los distintos botones de sus estaciones, creando un constante "click" que invadió el silencio de la nave.

—Comuniquenme con los Custodes y cualquier otro Alto Señor de Terra ¡De inmediato!

-Así lo haremos lord Guilliman. -Dijo un astropata al señor de Ultramar, mandando un veloz mensaje por la disformidad a donde se encontraba un Custode llamado Aquiles Ren, realizando sus rondas de guardia en los pasillos del Palacio.

—Lord Ren, Lord Guilliman solicita hablar con usted. —La voz de aquel mensaje, a diferencia de los distintos mensajes que los astropatas acostumbran a mandar, encriptados y con características únicas, este era uno sencillo, fácil de recibir y comprender, haciendo notar al Custode la urgencia de la situación.

—Escucho los deseos del hijo del Emperador. —Dijo devuelta Ren, mientras empieza a correr por todo el Palacio Imperial, llamando la atención de los siervos del Palacio y de varios Custodes que estaban en los pasillos que el hombre recorría.

"Si Lord Guilliman solicita apoyo la situación debe de haberse salido de control."

Pensaba detenidamente Ren, mientras recibía las instrucciones de Lord Guilliman mediante el astropata, sabía que su señor había tomado un riesgo gigantesco al no haber encriptado el mensaje con tal de que esté llegará rapido a el, por lo que debía apurarse para que aquellos seres que desean ver arder la galaxia no muevan sus hilos antes de que su acción se realice.

"Lord Guilliman solicita que enviemos lo mejor que tengamos disponible, pero no puedo dejar sin defensa alguna al Palacio"

Mientras las distintas opciones se presentan en su mente, una idea en especial llega a el, sonriendo al considerarla la mejor de todas las posibles maneras de enviar apoyo a Guilliman, enviar a lo mejor que la Guardia Imperial tenía en Terra, lo mejor de lo mejor del Viejo Centenar junto con algunos regimientos de los Centinelas Palatinos y esperar el apoyo de las Hermanas de Batalla del Convento Prioris, pero aún así había algo que incomodaba al semidiós dorado, un regimiento infame en toda la galaxia, los Lucifer Blacks, aquellos soldados que fracasaron en sus deberes multiples veces.

La Herejía de Horus, La Guerra de la Bestia, La Apostasía, La infiltración de los arlequines en el Palacio Imperial, en todos ellos los Lucifer Blacks fracasaron ahí, ganandose el repudio y el desprecio de los ciudadanos imperiales, de varios miembros de la Guardia Imperial, el Viejo Centenar y otros ejercitos de Terra.

"No me gusta la idea, pero es lo mejor que tenemos ahora mismo, solo espero que los otros regimientos y las hermanas de batalla no busquen exterminarlos, tan pronto"

Lucifer Blacks: Hijos de TerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora