Se movió un poco hacia atrás, agarrando mis piernas mientras se bajaba entre ellas. Besó a lo largo de mis muslos salpicados de cera, deteniéndose en los lugares donde sentía que mi aliento temblaba. Mientras permanecía allí, con los labios a solo unos centímetros de entrada, me miró y sonrió. -Di por favor.
No tuvo que decírmelo dos veces. -Por favor, Amo, por favor, podría... -Comenzó lentamente, pero aun así cortó mis palabras tan eficientemente como una bofetada.
Primero fue solo su respiración: una exhalación a través de mi piel húmeda y sensible.
Luego, su lengua, la punta misma, se deslizó sobre mi miembro. Gemí y él me lamió de nuevo. Movió la lengua de un lado a otro, lentamente sobre esa erección hinchada. Cada movimiento hacía que mi cuerpo se sacudiera, el placer era tan agudo y repentino que era casi doloroso. Jadeé, gimiendo mientras lo miraba. Me miró de nuevo, luego su boca se cerró sobre mí por completo. El calor me envolvió, su lengua lamiendo mientras con una mano jugaba con mis bolas, la otra jugando alrededor de la entrada, acariciando cada parte de mí mientras me movía impotente.
Siguió mirándome mientras me complacía, y sonrió cuando mi rostro se contrajo de placer. Apreté mis piernas alrededor de su cabeza, estremeciéndome cuando su lengua se arremolinó sobre mi miembro. Él chupaba y lamía, una y otra vez, construyéndome hasta que estuve flotando justo en el borde del orgasmo que me había estado provocando durante horas.
-Eso va a hacer que me corra, Amo -dije temblorosamente-. P-por favor... por favor... déjame correrme...
Tenía miedo de que se detuviera, aterrorizado de que me negara de nuevo; en lugar de eso, deslizó dos dedos dentro de mí, acariciando mis paredes internas, empujándome mientras succionaba mi miembro. No solo me empujó al límite, me pateó sin piedad, enviándome a gritos al orgasmo. Todo mi cuerpo se estremeció, mis puños repiqueteando contra el marco de la cama. Cada empuje de sus dedos hacia adentro me sacó un orgasmo, hasta que apenas pude respirar, hasta que mis ojos se pusieron en blanco.
Levantó la cabeza, riendo entre dientes, la barbilla húmeda y los ojos brillantes. Me acosté, inerte contra las almohadas, jadeando, tratando de volver a la realidad.
-Yo... oh, Dios mío... -Tuve que tragar el aire, como si me hubiera estado ahogando-. Hyunjin... eso fue...
-Oh, aún no has terminado, ángel.
Volvió a coger el cuchillo; lo vi captar la luz de las velas y destellar. Lo acercó, hacia abajo entre mis piernas abiertas. Su perversa punta afilada se acercó más, más cerca... y contuve la respiración mientras él la trazaba suavemente sobre mi entrada, el metal frío e implacable.
Contuve el aliento cuando el cuchillo golpeó mi entrada. La conmoción casi me hizo saltar. Empecé a gimotear, mirando con miedo mientras él se burlaba de mi piel sensible con la parte plana de la hoja, palpitando a raíz de mi orgasmo. Se sentía bien... tan bien... a pesar de que era solo la más mínima estimulación. La textura suave y fría del metal me hizo temblar, mis nervios en llamas después de haber llegado a tal punto máximo.
-Hyunjin, por favor... -Mi voz era un quejido, cargado de lujuria.
Puso una expresión burlona de simpatía.
-Aww, ¿eso no es suficiente para el angelito? ¿Necesitas un poco más, hm? ¿Quizás algo para llenarte? Realmente parecía que te gustaban mis dedos dentro de ti.
Volteó el cuchillo que tenía en la mano, por lo que lo sostenía la hoja hacia él y el mango extendido. Con cuidado, con el filo del cuchillo escondido en el agarre curvo de su mano, comenzó a sondear mi entrada con el mango. Fue duro, pero cálido por su mano. Los bordes eran redondeados, suaves al frotar mi carne húmeda e hinchada.
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The Dare Hyunlix
FanfictionFelix va a una fiesta de Halloween en la casa de un antiguo compañero de instituto, lo que no sabia era que se encontraría al chico cual el le había hecho la vida imposible con su ex pareja, y el chico estaría ahí para buscar...Venganza?.....o algo...