The Dare Hyunlix

Payasos

Sabía que sería una tortura. Pero Dios, no estaba preparado para saber lo horrible que era estar caliente sin esperanza de alivio.

Mantuve el puchero en mi cara mientras seguía a Hyunjin por la fiesta. Caminar se sentía tan incómodo, entre mi trasero punzante y una excitación abrumadora y aún sin la comodidad de las bragas, estaba en constante temor de que alguien pudiera tener un vistazo debajo de mi falda. No me molestaba usar una falda corta pero no lo suficiente para dejar mi miembro, pero por supuesto, no había planeado perder mi ropa interior y mi orgullo esa noche. A pesar de mi incomodidad, me mantuve cerca de Hyunjin e hice todo lo posible por ser obediente, al principio.

Le advertí que ser un buen chico era muy, muy difícil.

Quería que sintiera la misma tortura que yo. ¿Cómo podía soportar esperar? Le había excitado azotarme, y podía ver el mismo placer en su rostro cada vez que me daba una orden. Pero eso significaba que, aún más intenso que su deseo de sexo, era su deseo de hacerme sufrir, de desesperarme, de mantenerme negado. Eso fue aterrador.

Yo había tratado de ser bueno. Pero mis humillantes tareas me mantenían excitado, y cuanto más pasaba, más crecía mi ereccion y frustración. Comencé a planear un escape desesperado hacia el baño, donde podría darme auto placer rápidamente y tal vez él no se daría cuenta.

Se acercaba la medianoche. Habían sacado barriles, tiraban a gente a la piscina y se deshacían de sus disfraces en el agua. Hyunjin y yo éramos fácilmente las personas más sobrias allí, no es que a nadie pareciera importarle. Hyunjin seguía viendo gente que conocía, deteniéndose para conversar, riendo y bromeando. Parecía conocer a todos, incluso las personas que no habían ido a nuestro instituto. No solo eso, sino que a todos parecía gustarles mucho. Los rostros de la gente se iluminaban cuando lo vieron, hablaron más rápido cuando el respondía. Ver su entusiasmo en realidad me hizo sentir orgulloso. Yo era el que estaba a su lado, yo era el que traía bebidas para sus amigos.

Pero yo también era el que se retorcía de excitación, mi culo todavía rojo y escociendo mientras trataba desesperadamente de resistir a la tentación de aplastarme contra la pierna de Hyunjin como un perro.

Me sentí orgulloso cuando salí con Changbin, me deleité con la envidia de la gente, bebiendo de sus celos. Changbin y yo habíamos sido los símbolos de estatus del otro, aunque unos bastante mierdas. Era lo único a lo que realmente tenía que aferrarme en el instituto y eso... eso era bastante tonto.

A diferencia de Hyunjin, quien aparentemente no solo tenía amistades, sino adoración. Siempre lo recordé como si estuviera solo, y tal vez lo estaba antes de ser expulsado. Pero eso había cambiado. Mucho había cambiado.

Alguien convenció al DJ borracho de que tocara una pista espeluznante e inquietante para crear el ambiente, así que, en lugar de música de baile alegre, el patio se llenó de repente con el lento tirón de las cuerdas del violín y un tambor que golpeaba. El aire fresco se había vuelto absolutamente frío, y envolví mis brazos alrededor de mí mientras Hyunjin hablaba con dos tipos con anteojos sobre sistemas operativos de computadora y Java. Mire a mi alrededor, esperando encontrar algún lugar cercano donde pudiera ir a calentarme, noté que otro grupo acababa de llegar a la fiesta.

Mi corazón se hundió en mi estómago. El terror frío recorrió mis venas. Sin darme cuenta, me apreté con fuerza contra el costado de Hyunjin.

—¿Qué pasa? —dijo, echando un vistazo hacia donde estaba mirando—. Qué ocurre...

—Payasos —siseé—. Hay malditos payasos.

Tres hombres cruzaban el patio desde la puerta lateral, cervezas en mano, riendo y empujándose unos a otros. Llevaban monos negros a juego, el cabello de uno de ellos era tan largo como el de hyunjin, y el de los otros dos estaba corto, los tres usaban una pintura facial blanca horrible y pastosa. Se habían llenado de formas negras alrededor de sus ojos, y sus labios habían sido exagerados en horribles sonrisas irregulares con pintura negra.