O5 • Cena de sofisticados

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«Era una cena
de sofisticados»

⠀«Era una cena de sofisticados»

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Peyton y Jack salieron de los aposentos de la mujer que tan amablemente les había prestado sus ropas, quien, por cierto, se llamaba Margaret, aunque prefería Molly. Seguidamente, se dirigieron al salón de primera clase.

─Buenas noches, señor. Señorita ─saludó el hombre de la puerta inclinándose levemente hacia delante.

La pelinegra se limitó a sonreírle y Jack a corresponderle con un asentimiento de cabeza.

Estaban en el piso de arriba, observándolo todo y escondiendo el asombro de sus rostros. Se asomaron a la barandilla unos segundos para observar cada detalle del lugar.
Vieron cómo la gente se dirigía a las escaleras para bajar por éstas y no dudaron en hacer lo mismo.

─¿Estás nerviosa? ─preguntó el rubio aún en los pasillos de arriba, al ver cómo la chica no dejaba de mover las manos sin saber en qué posición dejarlas.

Se agarraba el vestido, lo soltaba, dejaba sus brazos a ambos lados de su cuerpo, se tomaba las manos por delante...

─¿Es tan obvio? ─dijo con preocupación.

Jack sonrío y le tendió su brazo para que lo entrelazase con el suyo, justo lo que hizo Peyton con expresión agradecida. En ese momento, se sintió más segura. Él estaba allí, con ella.

─Creo que es lo que hacen todos, ¿no? ─dijo el chico mirando al resto.

─¿No son sus parejas? ─cuestionó ella.

─O sus hijas, pero qué más dará.

Ay, mi Jack, no la pillaste.
Tampoco es que Peyton fuese con segundas, pero ya aprenderá.

Bajaron las escaleras a un ritmo exageradamente lento, pero ¿qué podían hacer? Sólo imitaban a los de la alta sociedad.

Una vez abajo, se pararon al lado de una columna a esperar a Rose, pues no se encontraba por el salón, lo que significaba que no había llegado.

Una vez dejaron de caminar, separaron sus brazos y emularon las posturas corporales del resto: Jack pasó su brazo derecho por detrás de sí, doblando el codo quedando su antebrazo en la parte baja de su espalda; Peyton hizo justo lo mismo, pero por delante, sin dejarlo tan firme y reposando la mano en su abdomen.

Están más perdidos que yo en un laberinto.

Por suerte, no tuvieron que esperar mucho, pues al rato bajaron el esposo de Rose, Cal, junto a la madre de la chica. Intentaron saludarlos, pero pasaron de ellos como si de ratas se tratasen. Aunque, si fuesen ratas, al menos les prestarían el mínimo de atención para huir de ellas.

Epiphany ✹ Jack DawsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora