❝Entre hilos y piel humana, una fina línea de lo perturbadormente exquisito se hace ver❞
¿Alguna vez te has imaginado lo satisfactorio que sería para ti mismo escabullirte entre las toscas manos de un ser totalmente perfecto y hermoso?
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Cuando Jimin abrió los ojos, una sensación de irrealidad lo envolvió como un manto sofocante. El lugar en el que se encontraba era la manifestación más pura del horror, una visión sacada de la pesadilla más retorcida que jamás hubiera imaginado. El suelo frío y húmedo bajo su cuerpo le hizo temblar, pero el estremecimiento no era solo por el frío, sino por la abrumadora sensación de peligro, de estar atrapado en un mundo donde la vida y la muerte se habían fundido en algo grotesco y antinatural. Jimin se incorporó lentamente, sintiendo un dolor sordo en su nuca, el recordatorio de cómo había caído en la inconsciencia.
Sin embargo, el dolor pronto fue reemplazado por el terror cuando sus ojos comenzaron a acostumbrarse a la penumbra y pudo ver claramente el lugar en el que había despertado.
El espacio era amplio y cavernoso, pero las paredes parecían cerrar en torno a él, como si lo estuvieran sofocando. Estaba rodeado por lo que al principio creyó que eran personas, cuerpos inmóviles, dispuestos en una especie de orden macabro. Pero algo en ellos era incorrecto, profundamente perturbador. Fue solo cuando miró más de cerca que Jimin comprendió la terrible verdad: no eran personas, no más. Eran muñecos humanos, cadáveres convertidos en marionetas grotescas, con botones oscuros cosidos en lugar de ojos y hilos enredados por todo su cuerpo, estirando la piel pálida y sin vida en formas inhumanas.
Los cuerpos, que una vez debieron haber sido vivos y respirando, ahora estaban reducidos a simples objetos, manipulados y despojados de cualquier rastro de humanidad.
El aire estaba impregnado de un olor rancio, una mezcla de humedad y algo más, algo que hizo que Jimin sintiera náuseas. Trató de controlar su respiración, de calmar los latidos frenéticos de su corazón, pero no podía apartar la vista de los cadáveres que lo rodeaban. Cada uno de ellos parecía estar en un estado avanzado de descomposición, pero los botones en sus ojos y los hilos que los mantenían en posiciones grotescas sugerían que alguien -o algo- los había manipulado después de su muerte. Eran todos diferentes, hombres y mujeres de diversas edades, pero todos compartían la misma mirada vacía y sin vida, el mismo destino espantoso de haber sido transformados en meras marionetas.
