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—Hey — La voz del alfa retumbó en todo su cuerpo

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—Hey — La voz del alfa retumbó en todo su cuerpo. Jimin tenía su mirada perdida en el desayuno que estaba haciendo para los Jeon. Los ojos verdes de Jungkook lo envolvieron mientras sus manos se aferraban a la cintura de su omega. 

—Buenos días — Susurró en voz baja con una pequeña sonrisa mientras dejaba un corto beso en los labios de Kook. El alfa le suena suavemente mientras lo abrazaba. 

El ojiverde sentía a su omega nervioso y no sabía por qué. Ayer había quemado la cena por haber estado completamente perdido en sus pensamientos, hoy parecía estar en su mente de la misma forma que ayer, con sus ojitos somnolientos y su cuerpo pequeño escondido entre la polera del alfa, la cual le quedaba enorme, había intentado. preguntarle que sucedía, sin embargo, Jimin había asegurado que estaba bien. 

Se había excusado con el trabajo. 

— ¿Cómo estás? — Cuestionó con voz calmada, sus ojos verdes llenos de preocupación y sus dedos trazando círculos en la cintura del menor. 

—Un poco cansado pero bien ¿Cómo estás tú alfa? — Jimin se acomodó en el pecho cálido del amor de su vida. Ronroneó bajo el tacto suave de Jungkook y aspiró el aroma de su alfa. 

Jimin a veces se preguntaba como tuvo tanta suerte, es decir, había conocido a Jungkook gracias a una reunión forzada de sus familias. Lisa  y Nayeon solían ser las mejores amigas del mundo y por cosas de la vida, Nayeon había organizado una comida para la renovación de votos con su esposo Dongmin. 

Lisa  fue invitada junto con Jimin. 

Y el resto fue historia. 

Jimin lo miró y supo que el amor a primera vista existía, su omega había chillado ante la presencia de aquel alfa tan serio y amargado que había quedado sentado justo frente a él. Y Jimin realmente pensó que Jungkook jamás podría ojos sobre él, es decir, Jungkook es el alfa más hermoso que conoció. 

Aparte de sus hijos. 

Y Jimin siempre se mostró muy básico. Pequeño y curvilíneo, con muslos regordetes y cintura pequeña. 

Jimin no era alto, de piernas largas y blancas. No tenía pechos prominentes y caderas de infarto. 

Jimin era bajito y suave. 

Algo que se volvió loco al alfa apenas lo vio. Lo supo cuando se sonrojo bajo la mirada inexpresiva de su rostro, su alfa exigiendo al omega de ojitos azules inocentes y comentarios amables. Jimin era todo lo que soñó en un omega. Se enamoró al instante y terminó cayendo de rodillas ante él cuando lo conoció. 

Y solo tenían 15 años. 

Cuando lo vio siendo amable, caritativo, suave, lleno de luz y con esa personalidad tan buena, un omega tan generoso con todos, dispuesto a ayudar a quién lo necesita, respetuoso, lleno de valentía y coraje, empático y con un humor sarcástico que lo volvía loco. 

Living among alphasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora