Nicole
Todo comenzó el día de la muerte de mi abuela. Yo tenía aproximadamente diez y seis años. La noche anterior mi padre nos había llevado a mi madre y a mí, como cualquier otro viernes, a visitarla en el hospital donde estaba interna. Esa misma noche él había salido en un vuelo hacia Estambul por motivos de trabajo.
Antes de entrar a la habitación 101, donde ella se encontraba, una enfermera nos informó a mi madre y a mí sobre el estado de su enfermedad: había avanzado, mi abuela estaba delirando. Entre preocupadas y asustadas, le pedimos encarecidamente a la enfermera el favor de que entrara con nosotras para poder saludarla y regalarle la canasta con frutas que le traíamos con motivo de su cumpleaños.
No sabía si era el aroma del hospital, o el hecho de pensar en cuantas personas habían muerto en ese sitio, pero sentí un punzante dolor en mi estómago que subía hacia mi garganta produciéndome náuseas. Cuando estábamos adentro escuché que mi abuela habló con voz suave y quebradiza, pronunciando mi nombre, yo me acerqué lentamente al lado de su cabecera y cogí sus frías y frágiles manos entre las mías. Sus ojos, un instante antes perdidos mirando hacia un lugar no fijo, ahora me atraparon, al igual que sus manos, las cuales apresaron las mías con fuerza.
Me haló hacia ella para decirme algo en secreto, que me pareció era en otro idioma, aunque en ese momento no entendí su significado se quedó grabado en mi cabeza. Terminada la última palabra me soltó y llamó a mi madre quejándose por el dolor, mi madre llamó a la enfermera y le hizo señas para que le pusiera los medicamentos y los sedantes.
Tenía un tumor cerebral y estaba muy avanzado a pesar de las quimioterapias y los tratamientos que le hicieron. Con los medicamentos y los sedantes, los lamentos de mi abuela fueron cesando hasta que se quedó profundamente dormida. La enfermera nos indicó que saliéramos y nos expresó que podríamos regresar al día siguiente. Lastimosamente mi abuela murió esa madrugada a las tres de la mañana y no tuvimos oportunidad de verla de nuevo...
Esa noche no pude dormir bien, soñé que ella necesitaba decirme algo, pero no podía entender sus palabras, pues era como si ambas estuviéramos hablando en idiomas diferentes.
Creo que más o menos todo comenzó ahí, pero no recuerdo exactamente cuándo.
Hay algo muy peculiar que suele suceder en los velorios familiares: aparece gente que uno ni siquiera sabía que era familia. Se reúne todo el mundo como si fuera algo muy placentero enterrar a alguien allegado y visitar un cementerio fúnebre y gris. Ahí se supone que gana la compasión y el dolor sobre todo malentendido. Entré a la sala de velación, vi a mi madre y mi tía, quienes no siempre se habían llevado bien, y sin embargo allí estaban, una consolando a la otra, sentadas junto con el resto de mis tías y tíos, llorando alrededor del ataúd de mi abuela, que estaba adornado por docenas de ramos con flores coloridas. Tantas flores... Y quizás no habían sido capaces de regalarle una sola de ellas cuando estaba viva. Flores que ella no recibió, que no podría disfrutar, palpar, oler, sentir. Flores que no podría agradecer. Flores que según me pareció llegaron tarde.
Salí de la sala de velación impresionada por lo repentino de la situación, sabiendo que hacía poco tiempo habíamos estado celebrando la fiesta de navidad y ahora no había nada qué hacer.
Me puse a caminar por ahí, conecté mis audífonos y empecé a escuchar música de la radio. Mientras me alejaba miré el cielo, las nubes se empezaron a juntar ocultando el sol tras varios tonos grises y la mañana se volvió más fúnebre de lo que estaba. Las ramas de los árboles se movían con el viento que soplaba fuerte contra mi rostro y arrastraba las hojas naranjas, rojas y amarillas, arremolinándolas a mi alrededor. El viento parecía detenerme, me halaba hacia atrás, en dirección contraria a donde yo iba, cada paso que daba alejándome de la sala de velación, hacía aumentar la intensidad del viento. Cuando logré salir del remolino, me di cuenta que también me había salido del camino y que estaba andando entre las lápidas. Miré hacia atrás, no vi a nadie, todos estaban dentro de la sala.
![](https://img.wattpad.com/cover/375079232-288-k739531.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Ángeles 1. Nicole y Peter
FantastiqueNuevamente por tiempo limitado estará disponible mi novela de Nicole y Peter en esta plataforma. Que la disfruten.