"Entre la Confusión y el Amor"

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Después del encuentro que tuvimos en la oficina de Edmundo, bajamos a conversar con los demás. Mientras bajábamos, se nos quedaron viendo y en ese momento me puse a pensar que tal vez nos habían escuchado.

-La reunión duró bastante- nos dijo Edmundo.

-Sí, después de las preguntas formales me preguntaron cosas sobre mí, ya sabes, como todas las entrevistas- dice Cori.

-Sí, eso me imaginé- dice Edmundo.

-Mientras estábamos arriba, ¿ustedes se pusieron de acuerdo?- preguntó Cori.

-Sí, estábamos pensando, ¿qué te parece que hagamos una protesta en todos los países donde hay venezolanos?- dice la esposa de Edmundo.

-Está genial, me parece muy buena la idea- dice Cori.

-Entonces empecemos con las ciudades donde sabemos que hay venezolanos- dice Edmundo.

-Tal vez lo que pueden hacer sea un enlace que los lleve a una página donde estén los lugares de encuentro- dije yo y ellos asienten.

Mientras ellos están trabajando buscando los lugares donde se encuentran los venezolanos, yo decido salir un rato.

Afuera me pongo a pensar en qué puedo hacer para pedirle a Cori que sea mi pareja. Ya sé que ya nos entregamos y nos besamos, pero todavía no somos nada oficialmente.

Mientras pensaba en qué le podía decir, sentí unos brazos rodear mi espalda.

-¿Qué piensas?- me dice Cori, mientras apoya su barbilla en mi hombro.

-Nada, solamente estaba viendo el atardecer- dirijo mi vista hacia el cielo pintado de colores rosados y morados.

-Está muy lindo- me da un beso en mi hombro.

-Está tan lindo como tú- me doy vuelta y la tomo de las manos.

La brisa le mueve el pelo y los rayos de sol escondiéndose le pegan en la cara, lo que hace que sus ojos cafés se vean aún más cafés, una imagen que guardaré en mi mente para siempre. Yo me acerco y le doy un beso en su frente.

-Te amo- le digo.

-Yo te amo más- me dice y sonríe.

-Eres lo que le hacía falta a mi vida, gracias por aparecer en ella- termino esas palabras con un beso en sus finos y perfectos labios.

Nos separamos del beso para ver cómo el sol se termina de esconder, veo cómo Mari se abraza a sí misma por el frío que estaba haciendo.

-Vamos adentro, está haciendo mucho frío y te puedes enfermar- le digo y ella asiente.

Ya dentro de la casa, Edmundo le pregunta a MariCori si ocupa que alguien la lleve a la casa.

-Tranquilo, Don Edmundo, yo la puedo llevar con mucho gusto- le digo.

-Está bien, vayan con mucho cuidado- le da un abrazo a Mari y uno a mí- que tengan una linda noche.

-Igualmente- le dice Cori.

Ya en el carro, veo cómo Mari se talla sus ojos.

-¿Tienes sueño, cariño?- preguntó.

-Sí, ha sido un día muy agotador para mí- me dice.

-Dime la dirección de tu casa y duerme mientras llegamos.

Yo manejaba por las oscuras calles de Caracas, mientras Cori dormía plácidamente a mi lado. Debido al silencio que producía la noche, podía escuchar los pequeños ronquidos de Mari, lo que hacía que en mi cara se dibujara una sonrisa.

Después de unos cuantos minutos, llegamos a la casa, pero antes de despertarla para avisarle que habíamos llegado, saqué mi celular y le tomé una foto. Tenía que guardar lo hermosa que se veía durmiendo. La moví lentamente y le dije:

-Amor, ya llegamos- ella se movió un poco, pero no se levantó. -Corazón, ya estamos en tu casa, levántate.

-Mmm- dice adormilada.

-Vamos, cariño- le doy un beso y ella sonríe y se levanta.

-¿Te vas a quedar conmigo hoy?- me dice y yo la miro.

-¿Quieres que me quede contigo, en tu casa?

-Sí, por favor, me siento muy cansada y no quiero dormir sola- hace puchero.

-¿Y si mejor le dices a "tu esposo" que duerma contigo?- volteo mi cabeza y ya no la miro.

-Ya te dije que no estoy casada, deja los celos y quédate conmigo- yo la miro otra vez.

No les voy a mentir, me gusta la idea de quedarme con ella, pero tampoco quiero que se me haga costumbre dormir junto a ella, pero su carita pidiendo que me quede me da ganas de decirle que sí.

-Está bien, pero solo por esta noche- le digo.

-Está bien, mete el auto en la cochera- me dice y saca un control del bolso y abre la cochera.

Yo meto el carro y me bajo.

-Adelante, bella dama- dijo, abriendo la puerta del lado de ella.

-Gracias- dice y me da un beso- ven- me toma de la mano y me guía hacia dentro de su casa.

-Linda casa, ¿estos son tus hijos?- veo un cuadro y lo señalo.

-Sí- me dice- deberíamos ir a dormir.

-Tienes razón, te ves cansada- ella me toma de la mano y subimos a su cuarto.

Ya en la habitación, ella se empieza a desvestir para ponerse su pijama. Yo me quedo quieta en medio de la habitación sin saber qué hacer. Después de que termina de ponerse la pijama, se dirigió al baño. Unos cuantos minutos después sale con su cara y dientes limpios y se acerca a su armario.

-Toma, esto es para ti- me da una pijama- te la puedes poner en el baño si quieres.

Yo me dirijo al baño y después de unos cuantos minutos salgo. Ya ella estaba acostada y las luces apagadas. Lo único que daba un poco de luz era la lámpara que estaba encendida mientras ella revisaba unos documentos, otra hermosa imagen que guardaré.

Ella me voltea a ver y guarda los documentos.

-¿Lista?- me dice ella y yo asiento- ven.

Me acuesto a su lado y ella acaricia mi cabello. Yo miro hacia arriba y ella me da un beso en los labios.

-Descansa- acaricia mi cabello.

-Tú igual- y me dejo llevar por el sueño.





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Capítulo editado

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Libertad-María Corina Machado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora