Los cuentos de una flor.

Cómo hacerlo bien.

Ahí estaban nuevamente, ella diciéndole lo buena que fue haciéndolo mal y Tulipán no sabia cómo se hacía realmente bien. Las tareas eran sencillas, pero Tulipán se olvidaba de todo al momento en el que se lo decían, como si estuviera ahí, viva, pero realmente desconectada del mundo.

Realmente...realmente, ¿cómo era para los demás hacer algo bien?...Tulipán lo hace todo tal cual como le enseñaron, ¿cómo lo hizo mal?.

—¡MALDITA SARNOSA!—La Nana había regresado a la granja luego de su viaje. Tulipán había limpiado todo tal cual como le pidieron, siempre siendo una dulce niña—Dime...¿es muy profundo?, ¡TULIPÁN!, ¡te estoy hablando!—Llamo su atención, porque la jovencita nuevamente miraba el suelo, ya que la Nana tenía razón, siempre la tenía...siempre, ¿no?.

—Y yo le presté atención Nana, la escucho—Ella escuchaba por los oídos, ¿por qué la tenía que mirar?. Al parecer eso le molestó a la nana.

—¡Carajo...! y yo que me esfuerzo dándote lo que pides, yo que me rompo la espalda para que tengas un buen desayuno...tu que eres tan privilegiada y puedes poner los pies debajo de la mesa, ¿y así es como me agradeces...?, ¡qué descaro!—Para Tulipán esa mujer era un enigma...se jactaba con sus amigas de que era una niña buena, para nada caprichosa y sobre todo bien portada, pero en ese momento la hacia sentir tan mal porque no limpió bien el suelo.

«no echo jabón en el balde con agua, porque no se lo dijeron...No le dijeron que lo echara».

—¿¡Y entonces!?, ¿¡no dirás nada!?—Exclamaba muy alterada la mujer...cómo esperando que Tulipán se defendiera, pero, ¿para qué?. Todo siempre terminaría igual.

—¿Qué quiere que le diga, Nana?, usted tiene la razón...yo debí haberlo hecho bien—Tulipán pregunto si debía poner jabón antes de limpiar, ya que a veces, el regaño era porque colocaba jabón. Ella pregunto pero no hubo respuesta, supuso que iba sin jabón. Es su culpa, es su culpa por pensar mal.

—¡Noo!, p-pero, ¡pero...!—.

«¿Pero...?, ¿pero qué?, ¿ahora qué?» pensó Tulipán, ya harta.

—¡DAME LA MALDITA LIBRETA!— Los ojos de Tulipán se expandieron...¿su libreta?, ¿en la que dibujaba?...realmente no quería dársela. De igual forma, sin ganas de acercó al pequeño estante en su habitación y la tomo, con pena se la extendió a la mujer—¡Esto!, ¡e-esto es el problema de todo!, te distraes tanto, vives en las nubes...¡solo le prestas atención a lo que te importa!, todo es por culpa de esta, ¡está cosa...!— Tulipán imagino (para distraerse, por supuesto) que a su querida Nana le daba un infarto por tanta rabia; y quizás, solo quizás...sus dibujitos no serían quemados, como de costumbre.

Pero no, su Nana no murió, y por ello aún no era libre, tal vez nunca lo sería.

❀*ੈ𑁍༘⋆

He llegado a la conclusión, de que tengo un severo problema a la hora de escribir algo y terminarlo 😔.