04 - Kairos

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Kairos tenía una atmósfera acogedora y envolvente, con una calidez que parecía emanar de cada rincón

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Kairos tenía una atmósfera acogedora y envolvente, con una calidez que parecía emanar de cada rincón. Las mesas, hechas de madera oscura y pulida, estaban distribuidas con un cuidado que permitía cierta intimidad entre los clientes sin que se sintiera aislado. Tenía un delicioso aroma a café recién hecho mezclado con el inconfundible olor a papel viejo.

Riki y Jungwon se sentaron en una mesa ubicada en el centro del salón, desde donde podían observar todo lo que ocurría a su alrededor. Frente a Riki, Jungwon se acomodaba en su silla, luciendo relajado mientras echaba un vistazo a los libreros que se extendían detrás de él. A las espaldas de Riki, la puerta de entrada dejaba filtrar ráfagas de aire cada vez que alguien entraba o salía, añadiendo un contraste revitalizante al calor acogedor del interior.

Cuando les trajeron el menú, Riki no pudo evitar sorprenderse. La portada, adornada con un diseño romántico y nostálgico, parecía capturar la esencia misma del lugar. Era un concepto inesperadamente romántico, que invitaba a sumergirse en el ambiente íntimo y casi poético que Kairos ofrecía.

Mientras Jungwon comenzaba a hablar, contándole sobre las últimas semanas con sus ex compañeros, Riki escuchaba atentamente. Las palabras de Jungwon fluían con una mezcla de desconcierto y resignación, describiendo cómo las amistades que alguna vez parecieron sólidas ahora se desmoronaban sin motivo aparente. Riki, asintiendo de vez en cuando, compartió su opinión, recordándole a Jungwon que siempre había sentido que esas amistades eran superficiales, incluso falsas.

El tema de conversación cambió abruptamente cuando llegaron sus bebidas y la repostería. Las tazas de café humeante y los pasteles delicadamente presentados en platos de porcelana crearon un nuevo ambiente, uno más íntimo y cargado de una extraña solemnidad. El cálido resplandor de la luz que caía sobre la mesa parecía intensificar la atmósfera, y Riki sintió que era el momento adecuado para expresar lo que había estado rondando en su mente durante semanas.

—Jungwon... —empezó, su voz cargada de cautela—. ¿Alguna vez has sentido que ya has vivido algo antes, aunque se supone que es la primera vez que lo experimentas?

Jungwon, que había estado a punto de tomar un sorbo de su café, bajó la taza y se quedó pensativo, lamiendo distraídamente la espuma que había quedado en sus labios. —¿Como un déjà vu? —preguntó finalmente, con una expresión de curiosidad genuina. Riki asintió lentamente, deseando que su amigo comprendiera la intensidad de su experiencia. —Sí, me pasa a veces —continuó Jungwon—, pero normalmente es porque algo similar me ocurrió cuando era muy pequeño o porque estaba distraído la primera vez que sucedió.

Riki desvió la mirada, sintiendo una ligera frustración. Esperaba que Jungwon compartiera su experiencia con la misma intensidad, para poder así profundizar en esa extraña sensación que lo había estado inquietando. Pero las palabras de Jungwon, aunque reconfortantes, no lograban capturar el enigma que Riki sentía tan profundamente.

—¿Por qué lo preguntas? —Jungwon retomó la conversación, con una leve preocupación en su tono—. ¿Te has sentido así?

Riki suspiró antes de responder, sus ojos vagando por el café como si buscaran las palabras adecuadas. —Sí, desde que llegué aquí, siento que estoy a punto de recordar algo, pero ese recuerdo nunca llega. Es como si mi cuerpo supiera a dónde ir, pero mi mente está perdida. Aún así, me siento tan disperso como siempre.

Jungwon pareció conectar las piezas en su mente, su expresión se iluminó con una nueva idea. —Riki... ¿y si tiene algo que ver con tu infancia? Dijiste que no recuerdas nada de esos años.

Era cierto, y esa había sido una de las razones por las que Riki confió en Jungwon desde el principio.

Su recuerdo más antiguo era despertar una mañana en su habitación, tener nueve años, bajar a desayunar con sus padres, pero no reconocerlos. Para él, eran completos extraños. Sin embargo, la casa estaba llena de fotos de él con sus padres, dibujos infantiles colgados en el refrigerador, tareas escolares esparcidas por la mesa del comedor. Tenía toda una vida que debería recordar, pero los detalles se desvanecían en cuanto intentaba enfocarse en ellos.

Jungwon fue el único que lo escuchó sin dudar, sugiriendo que tal vez Riki era como el protagonista de una historia fantástica.

—Le pregunté a mi papá si habíamos estado aquí antes, pero me dijo que no, ni siquiera de visita —dijo Riki, sacudiendo la cabeza—. Así que no creo que tenga sentido.

Jungwon frunció los labios, sin poder ofrecer otra explicación. Notando la incomodidad de su amigo, Riki decidió cambiar de tema, preguntándole por su último proyecto de arte. Como siempre, los ojos de Jungwon se iluminaron al hablar de su pasión, describiendo colores, técnicas y materiales con entusiasmo.

Riki lo escuchaba atentamente, o al menos eso intentaba hacer, hasta que una extraña sensación lo invadió.

Un chico pasó cerca de su mesa, con el cabello negro cayendo en suaves ondas y un suéter azul tejido que se ajustaba a su figura. Riki percibió un aroma fresco y sutil cuando el chico pasó a su lado, algo que lo hizo voltear la cabeza en su dirección. Lo observó mientras se dirigía a los libreros detrás de Jungwon, sintiendo un inexplicable magnetismo que lo obligaba a seguir cada uno de sus movimientos.

El desconocido estiró el brazo para alcanzar un libro en lo alto de un estante. Cuando lo tuvo entre sus manos, una sonrisa delicada y natural apareció en su rostro, formando pequeñas medias lunas en sus ojos y tiñendo sus mejillas de un ligero tono rosado. Riki reconoció el libro, un clásico de fantasía, mientras lo veía hojearlo brevemente antes de cerrarlo con suavidad.

Él se giró para regresar por donde había venido, pero al dar la vuelta, sus ojos se encontraron con los de Riki.

Fue un instante, una fracción de segundo que se alargó en la mente de ambos. Se observaron, no había nada más que una curiosidad mutua, una conexión inexplicable.

Riki estaba seguro de que no lo había visto en la escuela ni en el pueblo, pero entonces, ¿por qué le resultaba tan familiar?

El desconocido rompió el contacto visual y siguió su camino, pagando por el libro en la caja.

Riki giró en su silla, siguiendo cada uno de sus pasos hasta que salió por la puerta. Algo dentro de él latía con fuerza, un corazón acelerado por la confusión y la fascinación.

¿Quién era ese chico y por qué parecía tan correcto haberlo encontrado?

¿Por qué sentía que así debía ser, como si fuera el fragmento perdido de un rompecabezas olvidado?

¿Por qué sentía que así debía ser, como si fuera el fragmento perdido de un rompecabezas olvidado?

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Maratón 3/3
Si quieren spoilers, investiguen sobre el significado de Kairos

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