[SECUELA DE "TISSUE"]
Sunoo y Riki nunca imaginaron que el destino los volvería a reunir.
Ahora, como adolescentes, se encuentran cara a cara, pero no se atreven preguntar si el otro es ese niño con quien compartieron una Navidad inolvidable.
A pe...
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El lunes por la mañana, el sol apenas asomaba entre las nubes grises, como si el día aún estuviera decidiendo si sería cálido o melancólico. Sunoo salió al patio durante el receso, su rutina ya tan automática que apenas se daba cuenta de los pasos que daba. El aire estaba fresco, y antes de llegar a su habitual banca, levantó la mirada al cielo.
Había una nube grande que parecía un castillo en ruinas suspendido en el aire. Por un momento, se imaginó caminando por un puente invisible hacia sus puertas, donde un fantasma lo esperaba para pedirle ayuda. ¿Una misión? Sí, siempre había una misión.
Un golpe de viento le despeinó el cabello, sacándolo de su ensueño. Se dio cuenta de que había estado parado en el mismo lugar durante varios minutos y rápidamente siguió con su camino, donde Jake ya lo esperaba con su energía habitual.
Como de costumbre, Jake ya estaba acomodado en la banca, desplegando su lonche con energía, como si todo en el mundo girara a su favor. Al verlo, le hizo una seña exagerada, sonriendo ampliamente, como si fuera la primera vez que lo veía en años.
—¡Por fin! Pensé que te habías perdido o algo —bromeó, dándole una palmada al asiento junto a él.
Sunoo, todavía con la mente en el castillo de nubes que había imaginado hacía unos minutos, se sentó con calma.
—¿Y si me perdí? —replicó con una media sonrisa mientras sacaba su lonchera.
—Entonces iría a buscarte —respondió Jake con naturalidad, como si fuera lo más obvio del mundo.
Sunoo negó con la cabeza, divertido, y comenzó a comer en silencio. Jake hablaba sin parar, quejándose del examen de la primera hora y dramatizando sobre su sándwich insípido. Sunoo lo escuchaba a medias, dejando que su voz llenara el aire mientras sus pensamientos se deslizaban a otro lugar.
Era algo que le ocurría a menudo: estar presente, pero no del todo. Ni en la escuela, ni en las conversaciones con Jake, ni siquiera en los momentos que debería disfrutar. Incluso ahora, mientras Jake lo hacía reír con sus ocurrencias, sentía esa grieta silenciosa que lo mantenía al margen, como si el mundo fuera un escenario en el que él solo era un espectador.
—¿Qué pasa por esa cabeza? —preguntó Jake de repente, mirándolo con genuina curiosidad.
Sunoo lo miró sorprendido, como si lo hubieran arrancado de su ensueño.
—Nada... solo estaba pensando en algo que vi esta mañana —respondió con un leve encogimiento de hombros.
Jake asintió con naturalidad, sin insistir. Era una de las cosas que Sunoo apreciaba de él: siempre parecía entender, incluso sin demasiadas palabras.
—¿Qué tal tu fin de semana? —preguntó Jake, retomando la conversación mientras sacaba otro pedazo de su sándwich.