Amantes: atados y románticos

8 0 0
                                    

El cielo es algo muy bello para la vista, ese color azul con nubes blancas que demuestra lo claro que puede ser el cielo igual de encantador como mi marido.

Mi nombre es Anabelle, tengo 25 años y vivo felizmente casada con mi esposo, es reconocido en el país debido a que es un famoso poeta y escritor, alguien como el no se encuentra en esta época, no lo digo porque por cada verso que escribe lo hace pensando en mi, sino por su personalidad, y pensar que todos los hombres eran iguales y me equivoqué al conocerlo. Lo conocí hace 3 años y llevo 2 años casada, de verdad nada me puede quitar está etapa de mi vida tan perfecta.

Me encuentro en el balcón regando las plantas que tenían una gran iluminación hacía el sol, en la espera de mi esposo.

De lo lejos se escuchaban pezuñas de caballo sonando en el concreto mientras movian un carrusel hasta la puerta del edificio, saliendo se encontraba Gabriel mi esposo en camino al apartamento a verme, como estaba ansiosa por su llegada le preparé un café para disfrutarlo con el, solo faltaba esperar que cruzara esa puerta.

Tok tok

Cuando abro la puerta ver el rostro de mi esposo es lo que hace terminar mi día muy feliz, demostraba la emoción que tenía al tenerlo de frente y me lance encima de el y terminó atrapando y abrazándome fuerte.

Gabriel me observa y dice —Hola mi girasol, me alegra ver de nuevo aquellos ojos esmeraldas tuyos— Mi corazón empezó a later muy rápido y yo solo le robé un beso, pero no cualquier beso, uno que le quite el aliento por un momento.

Mis labios cuando se separaron querían más de el, pero me tengo que controlar aún no es el momento, Gabriel me soltó de su abrazo y me tomó del hombro para entrar al apartamento.

Gabriel lo veo dirigiéndose al sillón a descansar un poco, mientras le iba sirviendo un poco de café para tomar los dos —Cuentame Gabriel ¿Qué tal tu día? ¿Mucha prensa?

Gabriel sostenía la tasa y solo se le notaba aquella cara de satisfacción al tomar el café —Me fue muy bien Anabelle, hoy andaba aclarando la edición del nuevo libro sobre unas preguntas y respuestas, según me pagarán una gran cantidad de dinero en dos días, más bien ya me quería ir de allí porque te extrañaba como las abejas a la miel, necesitan recolectar dulce y tu eres mi miel, ya para mañana— Le da un sorbo al café —Haces el cafe tanto como me gusta.

—Gracias Gabriel, continúa.

—Para mañana me invitaron a una fiesta por la conmemoración hacia la editorial, también por el éxito de las obras de los escritores que trabajan allí y me dijo que puedo llevarte sin ningún problema, claro si tú gustas por supuesto.

No podía decir nada por la emoción que tenia en el fondo, solte un grito de alegría ante la noticia —¡Claro! Como no me perdería una fiesta gracias a tus trabajos, sería un placer ir.

Gabriel solo podía sonreír de lo contento que se encontraba, deja la taza en la mesa que teníamos al lado y simplemente me abrazó fuerte, algo que también correspondí hasta que se sintió una pequeña euforia en los alrededores como para sentirme un poco placentera y lo más probable es que el sentía lo mismo y me termina tumbando hacia el sofá, cuando se levanta solo podíamos cruzar miradas, como si pudieramos observarnos eternamente, nos dejamos de observar por un beso similar al de hace rato, pero más duradero.

De pronto Gabriel se levanta un poco pero seguía en frente de mi —Extrañaba tus labios Anabelle, extrañaban tu piel y tu mirada hipnotizante, te amo— Era lo que decia Gabriel y se terminó levantando dejándome con las ganas de más.

—Me iré a bañar, arreglaré unos papeles de la oficina para llevar mañana y ahorita ya iré a cenar.

Gabriel a pesar de ser alguien romántico la mayoría de su tiempo lo dedica a la escritura, aunque también tiene tiempo para mí, y claro gracias a aquel éxito que tiene, y claro es su pasión desde hace mucho, cuando le conocí estaba empezando con poemas.

La Vida Más Allá Que Las PáginasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora