Mariposa

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Iba yo caminando solitario, a las tantas de la madrugada, el ambiente era extraño y ni un alma se oía por los alrededores, era casi perturbador. Un liviano insecto volador de color blanco apareció entre la oscuridad, se trataba de una mariposa. Estaba ebrio, y no muy atento. La mariposa se acercaba a mi nariz mientras yo sólo me quedaba contemplandola. Se posó sobre ella de forma que me hizo cerrar los ojos y estornudar. Cuando volví a abrirlos, una bella mujer estaba enfrente de mí.

—¿Rodrick?— preguntó ella.

Esa cara, ese pelo largo, lacio y moreno, esos ojos color verde. Todo ello pertenecía a una antigua compañera del instituto, que era la persona que tenía frente a mí.

—¿Stephanie, eres tú?—dije sorprendido—¿Qué haces por aquí a estas horas?

—Bueno, las cosas de la vida me han traído aquí...

—Lamento que me veas así borracho—dije mientras hipaba—si quieres podemos vernos mañana para tomar un café.

—Claro, me encantaría. Y así de paso hablamos sobre cómo nos ha ido.

—Sí...—dije mientras cogía un papel para apuntar mi dirección—toma, mañana por la mañana, nos encontraremos aquí.

De pronto, un hombre que por allí pasaba se acercó.

—¿Qué haces?No puedes estar aquí a estas horas—dijo con un tono imponente y agresivo—Y encima con alcohol... ¡Vete ya a dormir!

Me agarró de la mano y me arrastró mientras yo me despedía de ella.

Molesto por aquel tipo, me fui a la cama, y mi compañero de piso me habló.

—¿Otra vez te arrastran hasta aquí, Rodrick?

—Sí...

—Ya sabes lo que pasa cuando haces eso, ¿no?

—Vivimos en un país libre, ¿no tengo derecho a hacer lo que yo quiera?¡Como si quiero beber toda la noche y no dormir!

—Sí, lo que tú digas, supongo que a estas alturas te importa más bien poco—respondió somnoliento—yo vuelvo a dormir, me la suda lo que hagas o dejes de hacer...

A la mañana siguiente, desperté ilusionado, por fin iba a poder hablar en condiciones con Stephanie.

Esperé paciente a que llegara, y no tardé en escucharla llamando a la puerta.

—Hola Rodrick—dijo—¿Qué tal?

Tras una breve conversación en la cual no hicimos más que saludarnos, fuimos a la cafetería a pedirnos el café.

—Deme un café con leche, por favor—le pedí amablemente al camarero.

—¿Disculpe?—dijo extrañado y algo molesto—Aquí no servimos café...

—¿Cómo no van a hacerlo? Es lo básico... y además estoy viendo a gente tomarlo.

—El que tenemos es sólo para los trabajadores, no para sucias sabandijas como tú...

—¿¡Qué me has llamado maldito...!?—respondí furioso, pero Stephanie me detuvo antes de que llegara a pegarle de verdad a aquel camarero.

—Debe disculparlo—dijo ella—está algo nervioso,

El hombre me miró a la cara con gesto de querer matarme.

—En cualquier otro momento te partiría la cara—dijo el hombre—pero creo que ya no merece la pena a estas alturas... Hasta luego...

Después de él, no vino nadie más a interrumpirnos en un rato.

—Parece que la cosa se ha calmado—dije—¿Qué tal te ha ido a lo largo de estos años?

—Pues... ahora trabajo de periodista, publicando artículos en el New York Times.

—Cumpliste tu sueño...—dije suspirando—qué suerte tienen algunos... Yo llevo veinte años parado, es como si me fuera a morir...

—¿¡Veinte años!?—exclamó sorprendida—¿Qué te ha pasado? Tenía entendido que tú también querías ser periodista...

—Así es, entré en la carrera de periodismo, aunque creo que realmente yo quería estudiar otra cosa distinta, pero no recuerdo el qué...

Murmuramos unos segundo, dándonos vueltas a la cabeza, planteándonos qué podía ser aquello que yo quería estudiar realmente. Entonces a ella se le ocurrió algo.

—A tí te gustaba la biología, ¿no? Yo siempre te vi leyendo cosas de ese estilo, revistas y eso...

—Tal vez tengas razón... —contesté mientras frotaba mis dedos contra mi barbilla. Entonces descubrí que, en efecto, eso era lo que quería hacer de verdad. En ese momento volví a hablar.

—Sí, yo quería estudiar eso, pero...—me acordé entonces del motivo por el cual no lo hice—Entonces te vi a tí, Stephanie, me dejaste fascinado.

Ella se sonrojó tímidamente.

—Eras bellísima, me enamoré de ti profundamente... Te llevaba viendo toda la vida, pero fue en ese momento en que lo sentí de verdad—Stephanie me miraba entonces con una sonrisa tonta, enamorada. No podía creer lo que estaba viendo, pero seguí explicando— Me imaginé una vida entera a tu lado ¡casados, con montones de hijos! No quiero sonar extraño, ni pervertido, pero esa era la verdad de mis sentimientos.

—¿Y lo sigue siendo?—preguntó con su típica mirada embriagadora en su rostro.

—Sí—contesté—Pero cuando te pregunté qué querías estudiar y me contestaste que periodismo, quedé devastado. Si tú ibas a hacer periodismo, y yo biología, quería decir que acabaríamos en lugares opuestos del país. Es por ello que, para poder verte y estudiar junto a tí, decidí meterme en periodismo.

—No sabía que hiciste eso por mí... ¿Tanto me querías?

—Sí, te quería muchísimo—dije—Por eso, cuando terminamos la carrera y te vi en el baile de graduación besándote con aquel desgraciado de Thomas, quedé devastado de nuevo, entré en cólera.

—Lo siento, perdóname, Rodrick, si hubiera sabido entonces todo esto, habría sido contigo en vez de con él—dijo mientras se sonrojaba—De hecho... ya no estoy con Thomas, y estoy disponible...

—¿¡Lo dices en serio!?

—Sí, de verdad.

Por una de las ventanas se coló de nuevo una mariposa de color blanco, la cual se volvió a posar sobre mi nariz, haciéndome estornudar.

—¡Deberían cerrar las ventanas!—dije justo después de estornudar—¿Verdad Stephanie?

Ella ya no estaba sentada enfrente de mí. De pronto, unos policías se acercaron a la mesa.

—¡Gracias a Dios!—dije—¿No habrán visto por casualidad a una mujer saliendo por aquí?

—¿A una mujer?¿De qué hablas?—dijeron entre risas—No nos tomes el pelo aunque hoy ya sea el día.

—¿Qué día?¿De qué estáis hablando?

—Anda, acompáñanos.

Ambos me agarraron y me esposaron. Me sacaron de la cafetería a la fuerza. Me llevaron a través de pasillos llenos de puertas y me metieron en una sala con una silla.

—¿Qué hacéis?—grité asustado.

Me sentaron en la silla y me ataron las manos a los reposabrazos, también me ataron los pies al suelo. Después me colocaron un casco en la cabeza. Me encontraba en una situación muy extraña.

—¡Animales!¿Por qué me hacéis esto?

—Se ve que necesitamos repetir tu sentencia—dijo un señor con bigote y voz prominentes.—Rodrick Winters, por los delitos de violación y asesinato a Stephanie Winters, usted fue condenado a veinte años de prisión seguidos de la silla eléctrica.—dijo—Sin dar más rodeos, comenzará la ejecución.

—No... ¡Noooooooo!—grité agonizante—¡Por favor!

Una de las personas presentes tiró de una palanca, la cual hizo de interruptor para lograr apagarme.

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⏰ Última actualización: Aug 16 ⏰

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