Capítulo 1:La anunciación del torneo

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En lo más alto del Olimpo, los cielos bramaban y los rayos cruzaban el firmamento como furiosas serpientes eléctricas. Las nubes, densas y oscuras, envolvían el monte, sellando el destino de quienes se encontraban reunidos allí. Los dioses del Olimpo, tanto los más antiguos como los más jóvenes, se congregaban en el centro de la vasta sala del consejo, un lugar adornado con columnas doradas y estatuas imponentes que representaban las grandes hazañas de cada uno de ellos.

Zeus, el rey de los dioses, observaba desde su trono de oro, su semblante pétreo pero cargado de preocupación. Era consciente de que el equilibrio del Olimpo había sido sacudido. Los tiempos estaban cambiando, y aunque su reinado había sido largo y glorioso, sabía que su poder comenzaba a menguar. Viejas tensiones resurgían, y algunos de los dioses más jóvenes empezaban a cuestionar la autoridad de los antiguos.

—El Olimpo necesita un nuevo líder —dijo Zeus, su voz profunda resonando como un trueno entre las columnas—. Mi tiempo aquí está llegando a su fin. Pero no dejaré este trono sin asegurarme de que el más fuerte, el más sabio y el más digno lo ocupe.

Un murmullo recorrió la sala. Hades, el dios del inframundo, frunció el ceño desde su rincón oscuro, mientras que Poseidón, con su tridente en mano, cruzaba los brazos y asentía con seriedad. Los demás dioses, tanto los mayores como los menores, observaban con cautela. La idea de un torneo entre ellos, aunque excitante para algunos, llenaba a otros de inquietud. Después de todo, un combate entre dioses no era algo que se tomara a la ligera.

Zeus levantó la mano y el murmullo cesó de inmediato.

—Este torneo no será un simple enfrentamiento de fuerza bruta. No buscamos solo el más poderoso, sino al que pueda guiar con sabiduría, con astucia, y con el corazón en el lugar adecuado. Por eso, hemos decidido dividir el torneo en dos categorías. Los dioses más antiguos, aquellos que han estado aquí desde los inicios de los tiempos, se enfrentarán entre sí. Y los más jóvenes, aquellos que han nacido después de la Titanomaquia, también tendrán su propio desafío.

Ares, el dios de la guerra, sonrió con arrogancia, sus ojos brillando con ansias de combate. Sabía que la categoría de los más antiguos estaría repleta de poderosos rivales, pero también de dioses que ya no eran lo que solían ser. Por otro lado, los dioses jóvenes como Hermes, Apolo y Artemisa intercambiaron miradas desafiantes, sabiendo que también tendrían su momento de gloria.

—Solo uno de cada grupo avanzará a la fase final —continuó Zeus—. Y en esa última batalla, los dos campeones lucharán por el liderazgo del Olimpo.

La tensión en el aire era palpable. Hera, la diosa del matrimonio y esposa de Zeus, se mantenía en silencio, pero su mirada revelaba un conflicto interno. Atenea, siempre serena y calculadora, evaluaba a cada uno de sus rivales potenciales, mientras que Dionisio, con una sonrisa divertida, parecía más interesado en los juegos que en la seriedad de la ocasión.

—Las reglas son simples —intervino Atenea, tomando la palabra con la elegancia que la caracterizaba—. Cada dios podrá usar sus habilidades y dones, pero ningún mortal ni criatura externa será invocada. Esto es un asunto entre nosotros, los dioses. Y el combate no será solo físico. Habrá desafíos que pondrán a prueba nuestra mente, nuestro ingenio y nuestra capacidad para liderar.

Zeus asintió con aprobación. La sabiduría de Atenea siempre había sido uno de sus mayores apoyos, y en ese momento, su mente afilada era justo lo que necesitaban.

—¿Y qué ganaremos, además del trono? —preguntó Apolo, con su característico brillo en los ojos. Como dios del sol y las artes, su ambición iba más allá del poder bruto; buscaba reconocimiento y la oportunidad de consolidar su posición como uno de los dioses más influyentes.

Zeus lo miró directamente, su rostro inmutable.

—El ganador no solo heredará mi trono. Se convertirá en el guardián de los secretos del Olimpo, en el protector de los mortales y en el líder de todos los dioses. El destino del universo dependerá de sus decisiones.

El salón estalló en comentarios y susurros. Los dioses jóvenes, en particular, parecían más emocionados que nunca. Para muchos de ellos, este torneo no solo representaba una oportunidad de ascender al poder, sino una ocasión para demostrar su valía ante los antiguos dioses que, durante milenios, los habían subestimado.

—Entonces, que comience el torneo —dijo Poseidón, su voz grave cortando el aire—. Ya hemos esperado demasiado.

Zeus asintió, y con un simple movimiento de su mano, una serie de portales comenzaron a formarse en el centro de la sala. Cada uno conducía a una arena diferente, un campo de batalla preparado especialmente para los enfrentamientos que estaban por venir. Unos se llenaban de lava y volcanes en erupción, otros se extendían bajo aguas profundas y turbulentas, mientras que algunos eran vastos desiertos o bosques encantados donde la mente y el espíritu serían puestos a prueba.

—Que cada uno de ustedes elija su portal —dijo Zeus—. Los dioses más antiguos, a la derecha. Los jóvenes, a la izquierda.

Ares fue el primero en dar un paso adelante, su armadura brillaba mientras caminaba hacia uno de los portales de la derecha. Con una mirada de desafío, desapareció en un destello de luz. Hermes, no queriendo quedarse atrás, se lanzó hacia uno de los portales de la izquierda, su velocidad deslumbrante. Artemisa y Apolo lo siguieron de cerca, cada uno con una expresión de determinación en el rostro.

Los dioses más viejos, aunque más cautos, no tardaron en hacer lo mismo. Hades avanzó sin prisa, sus pasos pesados y sombríos. Mientras tanto, Atenea observaba a cada uno de los participantes con atención, evaluando sus estrategias antes de elegir su propio portal.

El torneo había comenzado, y el Olimpo nunca volvería a ser el mismo. Entre el crisol de combates y desafíos que se avecinaban , solo uno emergerá victorioso, pero ¿sería un dios joven, con la fuerza de la innovación, o uno antiguo, con la sabiduría de los siglos?



El torneo entre los Dioses del Olimpo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora